La segunda película de Peter Strickland tras su celebrado debut ‘Katalin Varga’ (2009) es un homenaje al giallo. Un tributo, muy meta y muy lynchiano, protagonizado por un ingeniero de sonido inglés (extraordinario Toby Jones) que llega a Italia para trabajar en la sonorización de una película de terror, en un giallo que bien podría estar firmado por Dario Argento o Lucio Fulci y musicado por Ennio Morricone o Bruno Nicolai.
El director encierra al protagonista (y a los espectadores) en un vetusto y claustrofóbico estudio de sonido de los años 70. Mientras vemos el artesanal proceso de sonorización de la película, asistimos al progresivo deterioro psicológico del ingeniero, víctima del choque cultural (unos italianos excesivamente estereotipados), el encierro (trabaja y duerme en el estudio) y el impacto visual que está recibiendo (“nadie ha visto este horror antes”, comenta el director del giallo).
Aunque lastrada por un ritmo demasiado moroso y cierto cripticismo, ‘Berberian Sound Studio’ resulta fascinante por su atmósfera, viciada y enrarecida, y por su capacidad para crear inquietud y desasosiego por medio de un inteligente uso de la banda sonora, de una elegante puesta en escena y de una narración que, al contrario de los modelos a los que homenajea, privilegia la sutileza en contra del subrayado efectista. 7,5.