Madeleine Hanna, la joven protagonista de la novela, es a la vez una estudiosa de esa literatura (Jane Austen, George Eliot, las hermanas Brontë) y un personaje de la misma. Es una estudiante de literatura de principios de los 80 -que lleva hombreras, escucha a grupos de la new wave y prefiere “la vivificante y cristalina prosa de la novela decimonónica” a la aspereza teórica de los postestructuralistas franceses- y una heroína romántica con dos pretendientes: el atractivo pero emocionalmente inestable Leonard Bankhead y el espiritual y más equilibrado Mitchell Grammaticus.
Con una significativa carga autobiográfica (Eugenides estudió en la misma época e idéntica universidad que los tres protagonistas y emprendió un viaje de juventud similar al de Grammaticus), ‘La trama nupcial’ funciona de manera extraordinaria como novela de aprendizaje (no por casualidad va a ser llevada al cine por Greg Mottola, director de ‘Adventureland’ y ‘Supersalidos’) y como acercamiento posmoderno a la novela victoriana. Sentido y sensibilidad. Jacques Derrida y Jane Austen. La deconstrucción del amor como medicina intelectual contra la enfermedad de los sentimientos.
Pero estamos en los 80 y la “trama nupcial” ya no es posible. Eugenides rompe con el arquetipo victoriano dando voz a los pretendientes. A sus miedos, sus ilusiones, sus búsquedas y su concepción del amor. A su visión de Madeleine. De retrato femenino pasamos a triángulo amoroso. A partir de ahí, ‘La trama nupcial’ avanza con la misma intensidad que las grandes novelas decimonónicas. Asistimos a un peregrinaje emocional que desembocará en uno de esos finales que te hacen cerrar el libro con ganas de volver a abrirlo, con ganas de volver a empezar una de las mejores novelas del año. 9.