Más que un concierto de Efterklang

Pocos espectáculos pasarán por Madrid este año tan cuidados como el concierto que dio Efterklang en el Teatro Lara como parte del ciclo de Conciertos Sublimes. Y digo espectáculo porque daba la impresión de estar viendo algo más que un concierto. Sobre las tablas, delante de un fondo absolutamente negro y vestido con pajarita y americana marrón, Casper Clausen parecía un héroe de Tim Burton con su altura, su pálida cara y su extrema delgadez. Los exquisitos y sobrios juegos de luces transformaban el escenario, con apenas un puñado de focos y sin necesidad de proyecciones, en alguna imagen nórdica, muy al estilo de la música de los daneses. A veces era el sol de medianoche; a veces, la aurora boreal. Incluso los intermedios tenían un punto teatral, cuando Clausen empezaba a contar la historia de ‘Piramida‘ o cuando animaba a la gente a dejar algún detalle en el escenario para que el grupo se lo llevara al siguiente concierto de la gira, o a recoger alguno de los que trajeron de anteriores citas (incluido el mensaje que el ganador de la entrada de nuestro concurso dejó para su amigo de Madrid y que llegó en forma de avión de papel hasta el primer piso).

El trío llegó a Madrid convertido en sexteto. Los sonidos que grabaron en la isla de Spitsbergen y que dan las tonalidades de su último disco llegaron convertidos en samplers, en teclados y en todo tipo de pequeñas percusiones. Efterklang dio prioridad a ‘Piramida’ en el repertorio, tocándolo casi al completo, pero añadió también representación de casi todas sus épocas, cerrando el cuerpo principal del concierto con ‘Modern Drift’, que sonó perfecta.

A pesar de las diferencias de concepto y de sonido entre todas sus etapas, el concierto fue un bloque, las canciones se transformaban extendiéndose en pasajes instrumentales abstractos, fundiéndose unas con otras y finalizando en los bises con Casper Clausen cantando ‘Alike’ con su profunda voz sin amplificar en mitad del patio de butacas (el teatro Lara da mucho juego para hacer estas cosas) mientras el resto del grupo le acompañaba desde el escenario dejando de lado también los enchufes.

Acabado el espectáculo, la gente se puso de pie para aplaudir. Normal. La música de Efterklang puede gustar más o menos, pero sin duda la calidad de su directo es de las que marcan la diferencia.

Foto: María Clara Montoya.

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Publicado por
Marcos Domínguez
Tags: efterklang