Pero dejemos a un lado estas cavilaciones de cultureta, de esos que, como dice un compañero de redacción (je, je) leen “libros de los autores más extravagantes de Anagrama”, y vamos a lo que realmente importa, a lo que interesa a alguien que abre o enciende una novela Dan Brown: ¿Entretiene? ¿Engancha? Sí, pero por poco. No he leído todo lo que ha publicado, pero me apuesto las gafas de pasta a que el principio de ‘Inferno’ es de lo peor que ha escrito. Si hay alguien interesado en leer una divertida parodia sobre la solución de un enigma, ya sabe a qué libro acudir. El gag “vasari, vasari” es desde ya uno de los grandes momentos del humor involuntario de la literatura universal.
Recuperado del bochorno, y mirando hacia otro lado ante la pobreza de la prosa, la tosca utilización de los recursos dramáticos y lo formulario de la estructura narrativa, “la cosa” mejora. La novela coge carrerilla y se convierte en lo que, supongo, esperan sus fans: un agitado y lúdico tecno-thriller mezclado con información de guía cultural de viajes. Florencia, Venecia, Estambul; enigmas, sorpresas, conspiraciones. Y Robert Langdon, claro, ese profesor capaz de dar clase al lector mientras le están persiguiendo a muerte.
Dan Brown… Tras largos periodos de aislamiento, madrugones y, como él mismo ha confirmado, permanecer colgado boca abajo en busca de inspiración, al autor del irrepetible éxito de ‘El código Da Vinci’ le ha salido una apañada trama que gira en torno a la figura y la obra de Dante y avanza siguiendo la lógica narrativa de un videojuego de aventuras. Una novela relatada de forma tan visual y con un ritmo tan de blockbuster que parece haber sido escrita pensando en su próxima adaptación cinematográfica. Aunque eso sí, si hay algo peor que una novela de Dan Brown, es una película basada en una novela de Dan Brown. 5.
(Para la ocasión, y por si algún fan de Brown decide salir del infierno “por un hueco rotundo: y otra vez contemplar las estrellas”, Seix Barral acaba de publicar la edición bilingüe de ‘Infierno’, la celebrada traducción de Ángel Crespo de la primera de las tres partes de la Divina Comedia).