Según declaraciones recogidas por El País, Reixa declaró: «Este edificio es diabólico. Las luchas de poder han ido mucho más allá de lo legítimo». Su maniobra más cuestionada ha sido una carta contra 11 socios que, según él, realizan prácticas fraudulentas con los derechos que genera la música de los programas televisivos de madrugada, recaudando 25 millones de euros desde 2005.
El reportaje de este diario considera a la institución cerca de «la implosión», por «la confluencia de intereses de los nostálgicos del pasado y los ambiciosos del futuro» y cree que el siguiente elegido durará también poco tiempo.