Esta apuesta narrativa, complicada y valiente, es lo más loable de la película. Al fin y al cabo, gracias a ello se aleja del tono de telefilme que suele acompañar a estas historias para, en su lugar, convertirse en un falso documental no apto para personas lloronas. Y es que el director te obliga a asistir al calvario de este grupo de secuestrados por terroristas islamistas en una isla de Filipinas sin más arma defensiva que tu impotencia, provocada por esa distancia emocional que, al principio, interpretas como que no te ha gustado la propuesta y que, una vez que lees cómo se llevó a cabo el rodaje, comienzas a apreciar y respetar.
Porque ‘Cautiva’, tal y como ha contado Mendoza, se planteó desde el principio como una intención de reflejar con precisión la realidad sin trucos. Por eso, se apostó por la inmersión total de los actores en el entorno, para que lo imprevistos que aparecían en la jungla, ya fueran serpientes o ya fueran escopetas, sudaran verdad. Ni siquiera se conocieron antes de comenzar la grabación de la película para que los lazos afectivos que surgieran entre ellos, o con los secuestradores, no parecieran falsos. Claro que contando con Isabelle Huppert como protagonista, saltar a este vacío es hacerlo con red de seguridad. Estando ella y sus gritos y sus llantos, el peligro ni se respira.
Pero a pesar de las buenas intenciones, la máquina no termina de encajar como debiera. Da la sensación de que lo conseguido en el rodaje se ha machacado en la fase de montaje, que se presenta entrecortado y abusa de los fundidos a negro para transitar de una secuencia a otra durante dos horas, hasta que de repente, y de manera totalmente precipitada, todo para. ¿Demasiado abrupto? Tu nivel de morbosidad te dará la respuesta. 6,8