‘Elysium’, ¿el futuro ya está aquí?

Hace cuatro años aplaudimos, aunque con cierta moderación, el debut cinematográfico del por entonces desconocido Neill Blomkamp. Y no era para menos. Aquel tipo, gracias a ‘District 9’, consiguió encauzar la ciencia-ficción cinematográfica hacia territorios de los que se había alejado por culpa del síndrome “yo la tengo más grande que tú” personificado en un abuso de los efectos especiales que hizo olvidar a los estudios que el cine, da igual el género, siempre es mejor cuanto más poso deja. Es verdad que su película sobre extraterrestres encerrados en un gueto sudafricano se desinflaba según avanzaba, pero la intención pesó más, o mejor dicho tanto, como la forma.

Ahora, con un presupuesto bastante más elevado que aquella ópera prima, aunque pequeño si lo comparamos con el manejado por otras grandes producciones que se están estrenando este verano, Blomkamp repite jugada con ‘Elysium’. Eso sí, esta vez ya no es el apartheid la metáfora detrás de la historia, sino una reflexión más oportuna que nunca sobre cómo cientos millones de personas tienen que vivir bajo mínimos para que una escogida clase superior viva como nunca. ¿Os suena?

Precisamente esto lo que más miedo da del planteamiento del filme, lo cercano que se siente a pesar de estar ambientado en el futuro año 2154. Un futuro, por cierto, nada distópico y sí muy creíble, ya que aunque haya robots que patrullan las calles, máquinas que curan cualquier enfermedad y una estación espacial donde viven los millonarios lejos de una Tierra contaminada; aceptas enseguida que nuestro destino puede estar más próximo a ese paisaje sucio de ciudades reducidas a chabolas habitadas por trabajadores esclavos de empresarios sin escrúpulos que al de mansiones domóticas habituales en el imaginario futurista.

De hecho, el diseño de producción es tan acertado que incluso se han molestado en poner a todos los habitantes de Los Ángeles a hablar en español (Matt Damon incluido) mientras que la clase dirigente, la élite de Elysium, se siente más cómoda comunicándose en francés. Especialmente el personaje de Jodie Foster, que encarna a una Ministra de defensa que recuerda mucho, y no precisamente por el parecido de sus peinados, a Christine Lagarde. Por lo que he leído, nadie le ha preguntado a la Foster si esa fue su inspiración. Estaría bien saber la respuesta.

El problema es que a pesar de tener todo a su favor Blomkamp vuelve a cometer los errores que hicieron un poco más pequeña su ‘District 9’. El arranque de la historia es apasionante. Tanto que borra de un plumazo de tu cabeza cualquier reticencia provocada por su horrible trailer. Pero justo cuando estás comprometido con la causa pierde el rumbo y lo que comienza como perfecta alegoría se transforma en una suerte de Robocop meets Jesucristo que entretiene menos de lo que debería. Y hasta aquí puedo leer.

No me entendáis mal. El mensaje queda y Neill Blomkamp demuestra una vez más que a veces la ciencia-ficción es la mejor manera de explicar el presente. Simplemente da rabia que algo que podría ser perfecto se quede en aceptable. Nada más. 6.5

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Publicado por
Claudio M. de Prado