En ‘Amor y ruido‘, su nuevo álbum, Galvañ va incluso más allá en ese viraje hacia lo orgánico. Se hace acompañar de nuevo por ellos y Dani Cardona, batería que ya participó en aquella grabación, y además cuenta también con el bajo de Caio Bellveser y las percusiones de Xema Fuertes (ambos de Maderita y Ciudadano, habituales de los directos de Josh Rouse o Alondra Bentley, etc), contribuyendo todos a que Parade, en 2013, suene más que nunca como un cohesionado conjunto. Un grupo al que Antonio contribuye interpretando casi siempre teclados de sonido clásico (piano, sobre todo) y, claro, con su personalísimo estilo en la composición y esas letras que le hacen único, una necesaria rara avis en el panorama del pop nacional.
La sensación es que esas texturas más orgánicas han animado a Galvañ a profundizar con decisión en estilos clásicos europeos con los que ya había coqueteado antes y que son una declarada fuente de influencia en su música. Así, entre su reconocible querencia por el bubblegum y el piano pop a lo Ben Folds (en unas ‘Rushmore’, ‘Tierra Postapocalíptica‘, ‘Amor alien’ o ‘El imperio nunca dejó de existir’ en las que brillan las guitarras de Piqueras), se cuelan instantáneas dedicadas a la tradición continental: chanson (en la divertidísima ‘Reality en la casa encantada’ que toma a Brassens como referente, en el vals de ‘Marc Modular’ o en el ir y venir de estilos a lo Jacques Brel de ‘El tres’), los clásicos italianos (en una preciosa ‘La vida tal cual’ que muestra muchos puntos en común con Neil Hannon y su The Divine Comedy) y hasta el bolero (‘Morninha’) encuentran aquí explícitos y felices homenajes. Galvañ ofrece un amplio abanico de influencias, al estilo de sus admiradas Vainica Doble, de manera extraordinariamente coherente, sin resultar en ningún momento chocante o fuera de tono.
Y sus textos vuelven a mostrar su inagotable inteligencia y sentido del humor, ya se centre en el marchitar del amor en el tiempo (‘La vida tal cual’, ‘Morninha’, con sus tintes trágicos, casi épicos), en la pérdida de amigos (‘Rushmore’, basada en la película de Wes Anderson, sí) o en sus singulares historias de héroes atípicos (‘Marc Modular’), vampiros clásicos (‘Amor romántico’) o ufología sentimental (‘Amor alien’). Como novedad, Parade se muestra permeable a la dramática realidad de nuestro país, siempre con su sello personal: ‘Tierra Postapocalíptica’ invita a pensar que Mad Max es una fantasía cada vez más cercana; ‘Si no fuera por ti’ remite a esas ganas que todos tenemos últimamente de «echarnos al monte» (posibilidad que en este caso incluiría un magnicidio), solo reprimidas por el amor; y ‘Los muertos vivientes’, por su parte, habla de la preocupante sensación de que modelos ideológicos y éticos que creíamos desterrados parezcan más vigentes que nunca. En suma, Parade presenta en ‘Amor y ruido’ un modelo más pulido de su ideal pop, un encomiable perfeccionamiento al que únicamente cabe achacar la falta de algún hit irresistible en la onda de ‘Nunca bailo‘ o ‘No más rocanrol‘, chispas individuales que potenciaran el conjunto aún más.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Tierra Postapocalíptica’, ‘La vida tal cual’, ‘Si no fuera por ti’, ‘Los muertos vivientes’
Te gustará si te gustan: tanto La Casa Azul como The Divine Comedy.
Escúchalo: Deezer