Y así con todo. La temporada «aquelarre» tenía que sostener su mayor atractivo en las brujas. Atención al elenco: las muy queridas Jessica Lange y Sarah Paulson de temporadas anteriores; Frances Conroy, inolvidable por su papel en ‘A dos metros bajo tierra’; Kathy Bates de ‘Tomates verdes fritos’; Gabourey Sidibe, conocida por su papel en ‘Precious’; Angela Bassett haciendo de reina negra de vudú; y una llamativa Lily Rabe en un excelente punto medio entre la americana típica y una Ke$ha colgada a punto de pasarse por ‘Spring Breakers’. Sumando a Taissa Farmiga tras lo querido que resultó el personaje de Violet
en la primera temporada, duele pensar lo que habría podido hacer François Ozon con estas «ocho mujeres».Digo Ozon porque asumimos que ‘American Horror Story’ ya no es una serie de terror, ¿verdad? Si ya todos los personajes, a pesar de la riqueza de sus planteamientos iniciales y del elenco, han aparecido desdibujados y desaprovechados, a aquellos más vinculados a la trama de miedo, como el minotauro, apenas siquiera los hemos visto. Para una generación curada ya de espanto no basta con una cabeza cortada parlante o unos ojos sacados de cuajo cada cuatro episodios para disfrutar de verdad del género, y lo cierto es que hemos pasado más miedo en los últimos años hasta viendo esa tontería llamada ‘Pretty Little Liars’. Por no hablar de la larga lista de muertes y resurrecciones de tan bajo impacto que hasta cuesta recordar o enumerar con la serie recién vista.
La única baza de ‘Coven’ ha sido, aparte de la música (citas a Woodstock, The Band, la escena del himno popular ‘Oh Freedom’, guiños a Bowie…), el humor, y a menudo nos hemos enfrentado a sus tramas como nos enfrentábamos a un capítulo de ‘Mujeres desesperadas’: con ganas de pasar un buen rato inofensivo, sin ningún entusiasmo. ¿Será la cuarta temporada, la última con Jessica Lange, la última de todas? La audiencia de esta temporada en USA (récord) no deja lugar a la esperanza… 5,5.