Las 10 mejores novelas de 2013

1
Jeffrey Eugenides

Jeffrey Eugenides ha vuelto a lo grande. Después de deslumbrar con ‘Las vírgenes suicidas’ y entusiasmar (premio Pulitzer incluido) con ‘Middlesex’, el escritor americano regresa con otra obra maestra. Con una significativa carga autobiográfica, ‘La trama nupcial’ funciona de manera extraordinaria como novela de aprendizaje (no por casualidad va a ser llevada al cine por Greg Mottola, director de ‘Adventureland’ y ‘Supersalidos’) y como acercamiento posmoderno a la novela victoriana. Sentido y sensibilidad. Jacques Derrida y Jane Austen. La deconstrucción del amor como medicina intelectual contra la enfermedad de los sentimientos. Un peregrinaje emocional que desembocará en uno de esos finales que te hacen cerrar el libro con ganas de volver a abrirlo, con ganas de volver a empezar la mejor novela del año.

2
Peter Cameron

En su nueva novela, Peter Cameron se «traviste» de escritoras como Elizabeth Taylor, Elizabeth Bowen o Daphne du Maurier. Rescata su prosa exquisita y delicada, los ambientes melancólicos y opresivos de la Inglaterra de provincias, pero le añade capas de sensibilidad contemporánea, temas tabú en esa época -la posguerra- como el aborto, la homosexualidad o los abusos sexuales. Es en esa tensión entre forma y contenido, en esa fricción entre el folletín y el género gótico, donde la novela alcanza sus momentos más brillantes. Cameron nos sumerge en un laberinto sentimental en el que da gusto perderse, una singular, flemática y evocadora “trama nupcial” para leer mientras tomas el té de las cinco.

3
Richard Ford

El comienzo es irresistible: “Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después”. Y las más de quinientas páginas restantes, imprescindibles. ‘Canadá’ es una novela para leer como escribe Ford, lentamente, sin prisas. Sus largas y detalladas descripciones son un desafío al ritmo de la ficción contemporánea, un reto para la paciencia del lector amigo de las “prosas ágiles” y las tramas plagadas de cliffhangers. De hecho, el autor anticipa continuamente los aspectos más destacados del argumento (basta leer cómo empieza) para luego llegar hasta ellos desde otro lado, sin las servidumbres del suspense narrativo. Un relato intenso y elegíaco que enseña más sobre la vida que cien libros de autoayuda juntos.

4
Jesús Carrasco

Jesús Carrasco ha sido el gran descubrimiento de las letras españolas en 2013. Un debutante a los 40 años que se ha ganado el reconocimiento de crítica y público. ‘Intemperie’ es una novela cuyas palabras parecen masticadas por una boca llena de arena; un “western mesetario”, alegórico y descarnado, donde la poesía emerge de las situaciones más crudas y violentas. Un relato sobre la dignidad humana que termina con uno de esos finales bellos y conmovedores que, como los gastados huesos del cabrero protagonista, se clavan para siempre en el recuerdo.

5

Ian McEwan no falla. El autor de clásicos contemporáneos como ‘Amor perdurable’, ‘Expiación’ o ‘Chesil Beach’ vuelve con un libro fabuloso. Por medio de una prosa muy ágil, formada por frases cortas y precisas, el autor consigue fundir de manera brillante la novela de ideas y el relato de género, la trama romántica y los giros metaficcionales. Una historia de amor entre dos tipos de lectores: una con gustos sencillos, novelas con personajes con los que se puede identificar, y el otro con inclinación al posmodernismo. Una estupenda novela de espías, sutilmente paródica, con un final sorprendente.

6
Mark Z. Danielewski

El acontecimiento editorial del año en España. Una monumental novela experimental de horror cósmico, mezclado con digresiones en forma de ensayo académico, que parte de una idea desbordante de sugerencias y posibles interpretaciones: la existencia de una casa más grande por dentro que por fuera. Esta inquietante premisa argumental, que podría haber dado lugar a un cuento borgiano (¿es casualidad que el personaje de Zampanò sea ciego?), se convierte en manos de Mark Z. Danielewski en el motor de una historia de más de 700 páginas con múltiples ramificaciones, claves y significados. Un estallido metatextual que ha generado una comunidad de fieles entregados a la tarea de desentrañar las claves ocultas del libro, y ha creado un culto que empezó como un producto hipster y ha acabado en las facultades de letras junto a la obra de David Foster Wallace.

7
Rafael Chirbes


Del polvo que desprendían el cemento y el ladrillo de ‘Crematorio’ vienen los lodos de ‘En la orilla’. La nueva novela de Rafael Chirbes nace de las cenizas de la anterior, surge entre los escombros que dejó el estallido de la burbuja inmobiliaria. De la orilla del mar, a la orilla del pantano; del olor a sal y dinero, al hedor del agua putrefacta. El autor, ajeno a modas y tendencias, hace realismo como su admirado Galdós. Si no hay nadie mejor que el escritor canario para entender la España del XIX, pocos hay mejores que Chirbes para comprender la sociedad española de los últimos treinta años.

8
Gillian Flynn

¿Un bestseller entre lo mejor del año? Sí, claro que sí. ‘Perdida’ es una novela negra extraordinaria, una afortunada mezcla de thriller psicológico a lo Patricia Highsmith, perversa (muy perversa) chick-lit y comedia costumbrista sobre la clase media americana. Gillian Flynn maneja con soltura las dos voces en primera persona, la femenina y la masculina, para desarrollar una historia de (des)amor tan extrema y enfermiza “como el cáncer más dulce del mundo”. ¿Cómo habrá resuelto David Fincher en su adaptación el giro tan literario que pone del revés la novela?


Si Holden Caulfield fuera algo más optimista se parecería mucho a Alex Woods. La estupenda primera novela del antiguo ajedrecista Gavin Extence es como una versión nerd, cómica y cálida del inmortal personaje de ‘El guardián entre el centeno’. Una historia conmovedora salpicada por finas gotas de humor negro. A pesar de tratar temas polémicos y socialmente sensibles, el autor esquiva con enorme habilidad las trampas melodramáticas de la historia. La mirada algo alucinada del protagonista, como de un epiléptico antes de sufrir una crisis, impone una distancia dramática y perceptiva que le permite al autor ser emotivo sin caer en la sensiblería, ser cómico sin dejar de ser delicado.


Ben Lerner utiliza el relato de iniciación, la crónica en primera persona de un guiri en España, como excusa para expandir su novela en dos direcciones: la descripción de las tensiones derivadas del choque cultural y la reflexión sobre la creación artística. El autor mezcla de forma brillante lo anecdótico con lo trascendente, lo ligero con lo profundo. Sus problemas con el idioma (reales o fingidos) y las relaciones con los madrileños, su cultura y sus costumbres (besar a las chicas como saludo, la vida en los espacios públicos, el mito de la siesta) proporcionan los momentos más divertidos de la novela. Como aquel en el que, al escuchar una conversación a lo lejos y en pleno subidón de hachís, se imagina toda una rocambolesca trama almodovariana basándose en el cine español que ha visto desde su llegada.

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Joric