El vuelo sin motor de Bill Callahan

Como el protagonista de ‘Small Plane‘, uno de los momentos más bellos del todavía reciente ‘Dream River‘ y también de su concierto en el teatro Barts de la capital catalana, Bill Callahan vuela y hace volar en sus directos. Su comunión con su actual banda es fantástica, sobre todo con el guitarrista Matt Kinsey, cuya imaginación y destreza es toda una bendición para la música del cantautor. Así quedó demostrado durante las casi dos horas del último recital europeo tras más de un mes, especialmente en un arranque de concierto inmaculado, en el que, como es habitual en Callahan, saca todo el brillo a sus canciones más recientes, como para convencer incluso a los más reticentes.

Así, ‘The Sing’, ‘Javelin Unlanding’ y la ya mentada ‘Small Plane’ resultaron brutales en su ejecución e irrumpieron con todo el impacto emotivo que uno espera de un concierto del cantautor norteamericano, redondeado por los dos números más fulgurantes de ‘Apocalypse, ‘America‘ y ‘Riding For The Feeling’, con los que el show llegó a un clímax. Sí, apenas a la quinta canción. Quizá por eso las ejecuciones de ‘Ride My Arrow’ y una versión inusualmente alargada de ‘One Fine Morning’ resultaron algo más planas, intachables pero faltas de pulso, peligrosamente cercanas al tedio por momentos. Quizá por culpa del cansancio o por la quietud de una platea ensimismada (¿acaso adormecida?) que vitoreaba tras cada canción, el espectáculo parecía llevarnos por una mansedumbre casi incómoda, insólita en un Callahan que solía ofrecer nervio y rotundidad. Digamos que si hay DVDs que te permiten disfrutar de un concierto como si hubieras estado allí, aquí se daba el caso opuesto.

Sabe mal poner peros a un concierto tan pulcro y realmente bonito, al alcance de pocos artistas de su generación y posteriores (se permitió el lujo de despreciar una obra capital como ‘Sometimes I Wish We Were An Eagle’, por ejemplo). Sin duda resulta mucho más grato recordar la noche del 26 de febrero por ese glorioso inicio, por la recuperación de la enorme ‘Our Anniversary’ (de ‘Supper’, álbum aún firmado como Smog) y por un exquisito final, en el que la banda enlazó una fabulosa jam en torno al clásico blues de Percy Mayfield ‘Please Send Me Someone To Love’ (versionado por Sade, Jeff Buckley, Dinah Washington o Fiona Apple, entre otros), ‘Rock Bottom Riser’ y ‘Winter Road’, el precioso tema que pone fin a su último álbum. Aun no siendo el mejor concierto de Bill Callahan que uno ha visto, el nivel fue notable.

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Publicado por
Raúl Guillén