‘La imagen perdida’, premiada en el festival de Cannes (mejor película de la sección Un Certain Regard) y nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, es un nuevo intento del director por hacer visible lo invisible, por mantener viva la memoria y “honrar a toda la gente que murió y que me ayudó a salvarme”. Es su trabajo más ambicioso, original y arriesgado hasta la fecha.
Unas frágiles y expresivas figuras de arcilla animadas de forma rudimentaria, imágenes de archivo de las películas de propaganda del régimen de Pol Pot y unos comentarios recitados mediante una voz en off. Eso es todo lo que necesita Rithy Panh para adaptar su libro autobiográfico ‘La eliminación’ (Anagrama, 2013); para reconstruir, a través de sus recuerdos (“a los trece años perdí a toda mi familia, todos ellos barridos por la crueldad y la locura de los jemeres rojos”), las imágenes perdidas del genocidio camboyano.
‘La imagen perdida’ es un hermoso, necesario y conmovedor ejercicio de memoria histórica. Una dolorosa evocación de los recuerdos de infancia que, aunque algo lastrados por un ritmo demasiado moroso, funcionan muy bien como contraplano, como eficaz intento de llenar el vacío y poner imágenes a la memoria; de mostrar, aunque sea en off, las “imágenes perdidas”. 7.