‘La imagen perdida’: muñecos para explicar un genocidio

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‘La imagen perdida’: muñecos para explicar un genocidio

La-imagen-perdida¿Cómo hacer un documental sobre un genocidio cuando no hay imágenes? Esa es la pregunta que el director Rithy Panh, superviviente del genocidio camboyano (1975-1979), lleva varias décadas intentando responder. Su película más conocida, ‘S-21: La máquina de matar de los jemeres rojos’ (2003), marcó un punto de inflexión en la historia del reciente género documental. Por medio de los testimonios de víctimas y verdugos, haciéndoles revivir el pasado a través de la simulación de los métodos de tortura que utilizaron, el director conseguía iluminar un periodo de la historia sumido en la oscuridad por la ausencia de imágenes. Años después, el director Joshua Oppenheimer siguió el mismo procedimiento -con resultados aún más perturbadores- en la escalofriante ‘The Act of Killing’ (2013).

‘La imagen perdida’, premiada en el festival de Cannes (mejor película de la sección Un Certain Regard) y nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, es un nuevo intento del director por hacer visible lo invisible, por mantener viva la memoria y “honrar a toda la gente que murió y que me ayudó a salvarme”. Es su trabajo más ambicioso, original y arriesgado hasta la fecha.

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Unas frágiles y expresivas figuras de arcilla animadas de forma rudimentaria, imágenes de archivo de las películas de propaganda del régimen de Pol Pot y unos comentarios recitados mediante una voz en off. Eso es todo lo que necesita Rithy Panh para adaptar su libro autobiográfico ‘La eliminación’ (Anagrama, 2013); para reconstruir, a través de sus recuerdos (“a los trece años perdí a toda mi familia, todos ellos barridos por la crueldad y la locura de los jemeres rojos”), las imágenes perdidas del genocidio camboyano.

‘La imagen perdida’ es un hermoso, necesario y conmovedor ejercicio de memoria histórica. Una dolorosa evocación de los recuerdos de infancia que, aunque algo lastrados por un ritmo demasiado moroso, funcionan muy bien como contraplano, como eficaz intento de llenar el vacío y poner imágenes a la memoria; de mostrar, aunque sea en off, las “imágenes perdidas”. 7.

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