James / La Petite Mort

Uno se da cuenta, enfrentándose al pasado de James, de cuán injustos podemos ser público y crítica con un grupo como ellos, que ya ha superado su etapa de esplendor. Y eso, ojo, no afecta solo a lo notable que sigue siendo su fantástica colección de singles reunidos en ‘Fresh As A Daisy’, sino también a discos recientes como ‘Hey Ma’ o los dos miniálbumes ‘The Morning After’ y ‘The Night Before’, editados en 2010, que muestran cómo el grupo ha sabido mantener su esencia con muchísima dignidad. Una esencia que encierra la capacidad de escribir grandes canciones, válidas para satisfacer tanto al público generalista como al más exigente y pro. En sus días de mayor gloria, en la década de los 90, esa capacidad se tradujo en una gran aceptación popular (cabe señalar que los de Manchester han vendido en su carrera unos 12 millones de álbumes: poca broma) y excelentes críticas.

Pero público y crítica solemos ser crueles con lo que ya no es nuevo y fresco, y tras ‘Whiplash’ (1997), el interés por la banda de Tim Booth y Jim Glennie fue decreciendo hasta que, en 2001, anunciaron su separación. Una separación que después se reveló temporal, cobrando una segunda vida desde 2007 que, como decía, no ha logrado la repercusión que realmente merece. ‘La Petite Mort’, su décimo tercer álbum de estudio y el primero en un nuevo sello (un acuerdo entre la indie Cooking Vinyl y la major BMG) tras finiquitar su contrato con Mercury, podría cambiar esa deriva (aunque, y aún es pronto para decirlo, de momento no parece estar recibiendo un feedback a la altura). Porque estamos ante un disco, producido con cierta pátina de (supuesta) contemporaneidad por Max Dingel (productor de The Killers o Muse), que sin duda va a engrosar esa ya nutrida colección de canciones memorables de James con varios de sus cortes. Se trata de un disco abiertamente pop y celebratorio, incluso a pesar de que versa en gran parte sobre la muerte.

Booth reveló hace meses en el blog de la banda que buena parte de las letras escritas para ‘La Petite Mort’ estaban inspiradas en dos decesos trascendentales para él: el de su madre y el de una gran amiga. En el primer caso, ella falleció a la edad de 90 años, en los brazos de Tim. El cantante sintió el paralelismo entre ese trance y el de su propio nacimiento, el último y el primer aliento con idénticos protagonistas, encontrando una tranquilizadora verdad universal en esa pérdida, y alimentando ese cariz positivista que rodea al disco (su título ‘La Petite Mort’ alude a la relajación post-coital, y su portada, a la fiesta latinoamericana del Día de los Muertos). Por contra, en la segunda muerte, pocos meses después de la primera, Tim se topó con dolor y dudas, ya que su íntima amiga guardaba en secreto que padecía cáncer y, para cuando supo de ello, ya no pudo despedirse.

Esa ambigüedad tiene reflejo en ‘All In My Mind’, un medio tiempo de tintes épicos ubicado en una recta final de álbum que languidece, no de forma casual, ante el vigor, casi euforia, de su arranque. Junto a ella, se alinean los cortes más oscuros, como ‘Interrogation’, en el que vuelven a brillar esas trompetas marca de la casa, el afectado y vodevilesco ‘Bitter Virtue’, un flojo ‘Quicken The Dead’ o ‘All I’m Saying’, corte final que explícitamente dedica a su amiga desaparecida y que, aunque alberga amargura, culmina significativamente con épica y coros llenos de brillo que, si vinieran de Arcade Fire, por poner un ejemplo muy claro, causarían delirio. Y es que si alguien fue pionero en esa épica de estadio fueron James, y queda muy claro en una primera mitad del álbum claramente destinada a divertir y encender al público.

Tras la introducción de una ‘Walk Like You’ que se transforma incesantemente en sus 7 minutos de duración, llevándonos de la melancolía a la alegría con asombrosa facilidad, llega ‘Curse Curse’, que es probablemente lo que estaban buscando lograr Coldplay con Avicii en ‘A Sky Full Of Stars’. Esto es, un himno capaz de levantar a un campo de fútbol combinando pop y EDM. ‘Moving On’, verdadero primer single del álbum, es la canción que retrata esa sensación experimentada con la muerte de su madre (cuyo precioso vídeo plasma magníficamente en imágenes) y transmite esa sensación de cierto alivio y hasta felicidad.

Junto a esos claros momentos culminantes del disco, el encendido ‘Frozen Britain‘ y el algo facilón ‘Gone Baby Gone’ son también ganadores, en la línea más clásica de la banda, con Booth desatado, capaz de dar lo mejor (su singular y versátil timbre vocal permanece en buena forma) y lo peor de sí mismo: líneas como «lovelovelovelovelove / blahblahblahblahblah» y «Emily, come to bed / Make a boy out of me» no pasarán a la historia del pop por su profundidad, precisamente. Pero en suma, ‘La Petite Mort’ es un disco muy disfrutable, una más que digna muestra de pop personal y maduro de una banda que ha sabido envejecer estupendamente.

James estarán presentando esta semana ‘La Petite Mort’ y su gran colección de canciones en la 20ª edición del Festival de Benicássim.

Clasificación: 7,3/10
Lo mejor: ‘Moving On’, ‘Curse Curse’, ‘Frozen Britain’, ‘Walk Like You’
Te gustará si: te gusta el stadium-pop de Coldplay o Arcade Fire.
Escúchalo: en Deezer

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Publicado por
Raúl Guillén
Tags: james