‘Locke’: cómo filmar una road movie sin salir del coche (ni aburrir)

Ya lo dijimos hace unos meses: a Steven Knight hay que seguirle de cerca. El creador del concurso ‘¿Quién quiere ser millonario?’, de premiados guiones como ‘Negocios ocultos’ (2002) o ‘Promesas del este’ (2007), y de la serie ‘Peaky Blinders’ (que en septiembre vuelve con su segunda temporada), debutó el año pasado en la dirección con dos películas: ‘Redención’ y, la que nos ocupa, ‘Locke’ (en la actualidad Knight se encuentra escribiendo la secuela de ‘Guerra Mundial Z’, que dirigirá J.A. Bayona).

Aunque pueda parecer paradójico viniendo de un guionista, ‘Locke’ nació de una experiencia puramente visual. Durante el rodaje de su primera película, ‘Redención’, Knight quedó fascinado por cómo la cámara captaba las luces nocturnas de la ciudad y sus carreteras, por la belleza de los reflejos y la atmósfera que éstos creaban. A partir de esta idea, más propia de una instalación museística que de una película protagonizada por una estrella de cine (mayúsculo Tom Hardy), el director creó una trama con la intención de que ésta se adaptara a la propuesta visual. Un argumento basado en tres elementos: un coche, un manos libres y un conductor viviendo la peor noche de su vida.

‘Locke’ es algo así como ‘Buried’ (2010) en movimiento. La diferencia es que la película de Cortés era un thriller de supervivencia (como la mayoría de este tipo de propuestas: ‘127 horas’, ‘Cuando todo está perdido’, ‘La vida de Pi’…), y la de Knight un drama psicológico. La tensión que genera ‘Locke’ es de tipo emocional, la de un hombre atrapado en un dilema de orden moral: entre sus deseos y su conciencia, entre lo que le gustaría hacer y lo que debería hacer. La historia de una persona que trabaja cimentando edificios y que ve cómo los de su vida se resquebrajan por completo.

Salvo algún exceso innecesario (las demasiado frecuentes conversaciones con el “fantasma de su pasado” a través del espejo retrovisor), la película funciona de manera extraordinaria. ‘Locke’ no es solo un brillante ejercicio de puesta en escena, sino también un intenso drama, visualmente hipnótico y emocionalmente devastador. Una batalla por la integridad personal librada contra un ejército de llamadas entrantes. 8,3.

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Publicado por
Joric