Segundo obstáculo: ¿cómo mostrar en la película toda la información que los personajes ofrecen en la novela en forma de monólogo interior? Aquí es donde director y guionista han tenido más dificultades. No es que lo hayan resuelto mal –la película bascula muy bien entre los dos puntos de vista- pero quien conozca la novela echara en falta gran parte de la complejidad psicológica de los personajes, sobre todo en cuanto a las motivaciones de ella, de Amy (interpretada de forma magnética por Rosamund Pike, una actriz que parecía que iba a estar siempre «perdida» para los espectadores).
Lo que sí ha hecho Fincher, y muy bien, es centrarse en uno de los temas más relevantes del libro: el acoso de los medios de comunicación y su capacidad para formar corrientes de opinión que deriven en pelotones de linchamiento. Uno de los grandes hallazgos de la película tiene que ver una sonrisa a destiempo y un selfie inoportuno. A partir de ahí, el director elabora una ácida reflexión sobre la percepción de la realidad y la diferencia entre lo que somos y la imagen que proyectamos.
Tanto el estilo visual, muy naturalista, como la música de Trent Reznor apuntan en esa dirección: no son lo que parecen. Como la película: ¿thriller policiaco, melodrama satírico o thriller psicológico? Da igual. La pretensión de Fincher es que te sumerjas en la trama durante dos horas y media con la misma naturalidad con la Ben Affleck habla de su pene. Y lo consigue. 8.