Los Punsetes / LPIV

Tras un álbum como ‘Una montaña es una montaña‘, en el que parecía que Los Punsetes buscaban explorar nuevos límites en su música a través de desarrollos más elaborados y sinuosos, ‘LPIV’ se intuye como una reacción a aquel periodo. No opuesta, pero que al menos sí demuestra intenciones distintas. Porque este primer álbum publicado a través del sello Canada Editorial es, claramente, lo más punk (en el sentido de rápido, directo y contundente) que hayan grabado nunca y, a la vez, una evolución de los logros sonoros que el grupo madrileño alcanzó en su tercer disco de la mano de los productores Pablo Díaz-Reixa (El Guincho) y Brian Hernández.

En ‘LPIV’, repite el tándem formado por banda y productores, que se percibe mucho más engrasado y suelto, con mayor complicidad y alegría. El fantástico trabajo en el sonido de guitarras desarrollado en su trabajo pretérito, uno de los grandes logros del grupo, se transforma aquí en una especie de carrera loca y cabrona (y así lo han relatado en alguna entrevista) por ver quién se lo ponía más difícil a quién. Y es que si Jorge y Manu son bien amigos de emplear efectos diabólicos en sus guitarras, Pablo y Brian se vengaban redoblándolos y manipulándolos en la mezcla y postproducción, jugueteando con ellas (son frecuentes unas paradas secas en esos instrumentos que el dúo de técnicos ya aventura difíciles de trasladar con precisión al directo) y generando un sonido que uno se imagina cercano al del cañón de rayos gamma más potente jamás inventado.

Respaldado por la contundencia habitual de su base rítmica (en la que, por cierto, recientemente ha causado baja el bajista Gonzalo, que ha sido sustituido por el ubicuo Luis Fernández -Juventud Juché, Los Claveles, Cosmen Adelaida-), ese sonido significativamente abrasivo e hiriente se erige como el gran hilo conductor de ‘LPIV’, capaz de justificar una escucha del disco ignorando las canciones y centrándose en disfrutar de los centenares de cosas que pasan con esas doce cuerdas y sus baterías de pedales. Siendo omnipresente (a menudo recurren a él para enfatizar algún cambio en la canción, y otras veces va devorando el espacio de forma más sibilina…), hay dos temas que ejercen de epítomes de este singular logro: el inspiradísimo ‘Los últimos días de Sodoma’ y el explosivo (aunque algo más simple desde un punto de vista compositivo) ‘Nit de l’Albà’, que además se ve beneficiado por un bombo casi housero

que cierra el disco a modo de catarsis bailable.

Pero, al margen de consideraciones sonoras, el ya aludido carácter punk de ‘LPIV’ está sobre todo en unas canciones que van muy al grano, con melodías sencillas y pegadizas, apartando de un manotazo (una metáfora bastante literal, de hecho) cualquier posibilidad de ponerse demasiado trascendentes y arraigando el carácter del grupo. ‘Bonzo’, ‘Museo de Historia Natural’, ‘Opinión de mierda’ (aquí estamos, dándoles la razón y provocando que se echen unas buenas risas a nuestra costa) o ‘Falso documental’, con el buen pepino (me reafirmo más a cada escucha) ‘Me gusta que me pegues‘ como bandera, suponen una nueva tacada de posibles favoritas que poguear en sus conciertos.

El lanzamiento del primer single de este cuarto disco hizo emerger el debate sobre el supuesto inmovilismo musical de Los Punsetes (personalmente, no veo qué hay de malo en afianzarse en un estilo inconfundible). Sin embargo, ‘LPIV’ revela que, al margen de en su sonido, parece que el quinteto apuesta por que su mayor evolución esté en unas letras que, aunque siguen recurriendo al humor, la ironía y la provocación como gran baza, cada vez dejan más paso a lo sincero y lo emocional. Así, entre chanzas, reflejan con una particular visión la frustración y el desencanto que sobrevuela a la juventud de este país como una inexorable nube negra (‘Amanece más temprano’ y ‘Museo de Historia Natural’ son particularmente agrias), la impotencia ante un presente y un futuro particularmente irritantes (‘Bonzo’, ‘Los últimos días de Sodoma’) e, incluso, desnudando alguna espinita sentimental.

En esa parcela, destaca poderosamente la que se antoja como la mejor canción del disco y, a buen seguro, una de las mejores de su carrera. ‘Arsenal de excusas‘ pone de relieve que la monocorde voz de Ariadna es capaz de transmitir mucho si se apoya en una buena melodía, en este caso una infalible que cabalga en una composición poderosa, que juega muy acertadamente con la pausa y lo atronador. Lejos del estancamiento que algunos quieren ver, Los Punsetes permanecen en una línea artística que continúa instalada en lo notable y que, en esta ocasión, incluso ha elevado levemente su ya de por sí alta media.

Clasificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Arsenal de excusas’, ‘Me gusta que me pegues’, ‘Los últimos días de Sodoma’, ‘Opinión de mierda’.
Te gustará si te gustan: TAB, Los Planetas, Cosmen Adelaida.
Escúchalo: Spotify.

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Publicado por
Raúl Guillén