Estos días se están anunciando los nombres de los artistas que nutrirán los programas especiales de Navidad y su conservadurismo es sonrojante. Desde luego, es impensable que gente multiplatino como Pablo Alborán (o Melendi o Malu), falte en este berenjenal, pero también sería reivindicable que las cadenas se encargaran de mostrar otros talentos de nuestro país como se hace en otros países. No hace falta más que irse a Reino Unido, donde la versión de ‘God Only Knows’ de la BBC ha reunido a una boyband como One Direction con un nuevo talento como Lorde junto a un clásico como Stevie Wonder y a un artista semi alternativo como Chris Martin de Coldplay, entre otros.
Desde luego no esperamos ver a Hidrogenesse, Cosmen Adelaida, Single o Templeton convocados a tocar en esta serie de programas, aunque estos últimos cuentan con un par de temas a lo Bola de Cristal perfectos para estas circunstancias. Pero alguien debería tener un mínimo en cuenta cuál es la realidad musical española, cuáles son los grupos que ocupan las listas de ventas, llenan Rivieras cuatro días seguidos o convocan a 20.000 personas en un festival. Telecinco acaba de anunciar su gala musical con Merche, Abraham Mateo, Tamara (la de los boleros), Chenoa, Camela, Sor Cristina (???), Azúcar Moreno, Ruth Lorenzo y Fangoria y Nancys Rubias.
Unos molan más que otros, pero ese no es el tema. El tema es que casi todos ellos han tenido similares o incluso peores entradas con sus últimos discos en la lista de ventas que Vetusta Morla, Lori Meyers, Love of Lesbian, Manel, Supersubmarina o Russian Red. Por mucho que a alguien le cueste creérselo, en estos momentos Love of Lesbian venden muchos más discos que Chenoa o Ruth Lorenzo en nuestro país, y al menos habría que plantear por qué la televisión navideña da relevancia musical a quien no la tiene. Quizá las causas vayan por aquí:
1) la búsqueda de una escena familiar y navideña deja fuera por estilo desde luego el rock tipo Toundra o incluso Triángulo de amor bizarro, quienes por letra igual no son lo más apropiado para el día del Señor. Suponemos que esto pasa hasta en UK.
2) el reflejo en televisión de lo que pasa en radio: el absurdo divorcio entre la radiofórmula española y la escena alternativa, provenga esta de multinacional (Lori Meyers) o no. Terminamos este nuevo año del siglo XXI (y van unos cuantos) en las mismas: con la radiofórmula completamente cerrada a este tipo de grupos “nuevos” que tanto han conectado con la gente joven, tan radiables y lozanos como Supersubmarina. ¿Hasta cuándo?
3) los grupos de los que hablamos si son invitados quizá ni siquiera aceptan actuar en estas galas, pues consideran que puede perjudicar su imagen vincularse con «esta caspa».
En realidad este último punto es el más frustrante, pues nos consta que se ha producido en al menos un caso. Rechazar asistir a estos formatos siendo uno de los grupos más importantes del país contribuye a ese divorcio absoluto entre “indies” y “no indies”. Si esa sigue siendo la filosofía, el único camino posible será el de ser torturados con especiales de Navidad «David Bustamante» como el que nos espera este año hasta el día de nuestra muerte.