¿Por qué, sin embargo, ‘Musarañas’ resulta una película bastante atractiva? Por tres razones principales. Primero: el título. Todo un acierto. No solo por la riqueza metafórica de la palabra (la protagonista es como una musaraña en su madriguera) sino también por la capacidad de ésta para evocar tiempos pretéritos a través de ese dicho de abuela o de maestro antiguo: «estás pensando en las musarañas».
Segundo: la atmósfera; una suerte de reverso gótico y siniestro de los ambientes de la serie ‘Amar en tiempos revueltos’ (o de ese olvidado mediometraje de Basilio Martín Patino, ‘Tarde de domingo’), mezclado con una utilización muy sugestiva de la iconografía nacionalcatolicista. La estética asociada al luto femenino, a la beatería y al modelo de mujer franquista, virtuosa y reprimida, le sirve a los directores para crear una atmósfera melancólica, opresiva y enrarecida.
Tercero: el estilo. ‘Musarañas’ es sobre todo un desafío estilístico. Un sugestivo relato de terror encerrado entre cuatro paredes, que empieza como un evocador cuento gótico con fantasma insidioso (un jocoso Luis Tosar), avanza como un drama costumbrista, continúa como un deslavazado aunque enérgico thriller psicológico y termina con un baño de sangre granguiñolesco tan histriónico como festivo. No es la película de terror del año, pero sí un debut a tener en cuenta. 6,9.