La fecha de arranque, un viernes 2 de enero, parece desde el principio una mala idea. Plena Navidad aún en España (¡y resaca de Año Nuevo!) no es el momento óptimo para enfrentarte a un nuevo formato al que engancharse de cara a los próximos meses, no hablemos ya de un viernes, cuando la gente que construye un hit en iTunes y sobre todo en Spotify está bailando en la calle los hits actuales, no frente a la pequeña pantalla.
Pero el problema es de raíz: si lo que se busca es un hit, ¿por qué se orienta el programa hacia la mediana edad, mucho más proclive al formato álbum? Sergio Dalma es un absoluto superventas en discos, pero no está muy claro que a su público le interese el nacimiento de un nuevo «hit», pues este es más de ponerse M80 y Kiss FM para escuchar “éxitos encadenados” ya bien sobados. Así que abrir el programa con su interpretación de ‘El mundo’ no fue un gancho demasiado apropiado, lo cual además produjo que Jaime Cantizano tardara hasta 15 minutazos en pronunciar las palabras mágicas: «Comienza Hit, La Canción».
La desconexión con la realidad actual es palpable. Y no, no estamos pidiendo canciones en la línea de Vetusta Morla o La Bien Querida -que por otro lado y ya puestos a hablar de «formato álbum» no habría estado mal para aportar variedad de esa otra realidad española que también está ahí– sino recordando que los mayores éxitos últimamente en España han sido cosas como ‘Happy’, ‘All About That Bass’, ‘Bailando’ o ‘Dangerous’: bastante soul, algo de dance, algo de perreo. Sin embargo, Hit La Canción apuesta por un tipo de canción completamente diferente, no sólo por su reducción inicial a piano o guitarra, sino por la esencia: casi todas (con alguna excepción tipo el concursante humorístico Dr Sapo) aparecen cortadas por el mismo patrón, son canciones de amor y desamor -en general baladones- con un fondo más optimista o pesimista, pero siempre sin la más mínima malicia o elemento ácido, como escritas para Lydia en los años 90 (una de ellas era compuesta por una menor). El éxito más parecido entre tantísima pseudobalada que podemos haber encontrado en las listas recientemente sería ‘All of Me’ de John Legend, pero ninguna es por supuesto tan espectacular.
El público, por tanto, termina un tanto harto de tanta homogeneidad, porque la variedad no es meter a dos simpáticos y macarras cantautores amparados en el humor: no existe la menor intriga por averiguar a qué sonará la siguiente canción. Y es una pena porque hay cosas rescatables en el formato: el momento en el que los dos cantantes famosos entran en secreto en las cabinas para intentar birlarse las canciones entre sí es bastante gracioso (aunque se agradecería un poquito más de agresividad y menos buen rollo, ¿cierto, Ramón Arcusa?). La reivindicación de la profesión de intérprete siempre es de agradecer en este mundo en el que los cantantes se adjudican canciones que no han escrito en realidad, como aseguraba recientemente Nile Rodgers, que dice que tal y como funcionan las cosas hoy en día no sólo tendría créditos de productor en ‘Like a Virgin’ sino de autor.
Por si fuera poco, las producciones interpretadas por los famosos se suben a las plataformas digitales como si estuviéramos en USA o UK. ¡A ver si a alguno le va a salir bien y todo! ¡Estamos viviendo buzz singles de Sergio Dalma y Melendi! ¡Bienvenidos al siglo XXI! Además, nos encanta el rótulo «Este programa termina antes de las 0.00» que se usó durante el primer episodio. Es sólo que el formato agradecería canciones más modernas, variadas y otro tipo de protagonistas, además de una ubicación en la parrilla más adecuada. Bueno, eso y una mejor organización, porque la descalificación de la canción de Lydia Torrejón y Santi Fontclara emitida e interpretada por Pastora Soler, porque ya se había editado hacía años y había vendido «60 copias en iTunes», ha sido un verdadero «epic fail».
Esta noche, Auryn y Rosa.