Lo que ha rodeado el lanzamiento de ‘Premeditación, Nocturnidad y Alevosía’ no ha sido una «campaña» de márketing al uso, pero no cabe duda de que ha seguido una estrategia, como abiertamente reconocía Ana Fernández-Villaverde durante una charla el año pasado. «La vida de un disco de un grupo indie mediano como nosotros no es muy larga y menos si ya no eres novedad en el panorama musical, así que se le ocurrió a David (Rodríguez) sacar el 4º disco en forma de 3 maxis. A mí me pareció bien y entonces empecé a idear el concepto de los tres empezando por los títulos, el cuadro, las portadas…». No pudo expresarlo mejor ni podía tener más razón. En este mundo en el que la vida de un disco cualquiera (no sólo indie) es de dos semanas «y después paso a otra cosa», la división de estas 12 canciones en 3 EP’s, asociada además a conceptos artísticos, ha sido un acierto absoluto. Por supuesto habrá quien haya esperado a la reunión de todas las pistas en un solo CD o grupo, habrá quien no haya visto alguno de los tres vídeos de presentación por pereza, y habrá quien llegue a la edición de este disco algo quemado de La Bien Querida. Pero no es nuestro caso. Sin filtraciones -como ha de ser-, cada pista estrenada a través de un vídeo o de un audio ha sido un paso excitante hacia el que parece el mejor álbum de la artista. ¿Lo es realmente o estamos deslumbrados por el atractivo de este tríptico?
En verdad, el formato dividido en tres no permite disco malo, ni siquiera mediocre. ¿Quién va a querer escuchar un álbum presentado por varios singles y EP’s que no molan? La fórmula escogida de ninguna manera funcionaría si el segundo single hubiera sido cuestionable y el tercero «regulero». ‘Poderes extraños’ fue un gran primer sencillo: acorde con su mensaje «tú tienes poderes extraños sobre mí» (pero me gusta) y con ese «no quiero esperar para poder ser feliz» (después de la resistencia), sus pasajes instrumentales suenan calmados y tranquilos, elevando la canción al cielo y dotándola de nuevos significados. Pero si el disco tuviera sus flaquezas, probablemente habríamos conocido inmediatamente después las 11 canciones restantes, y no más pepinazos como ‘Ojalá estuvieras muerto
‘ y ‘Muero de amor‘. El primero, más tremebundo todavía que su título, presenta la parte más oscura de la trilogía (llamada de manera muy indicativa ‘Nocturnidad‘) y el segundo ejerce a la postre de cierre épico para el disco, remitiendo a los grandes cantantes folclóricos del país en la onda de Raphael (ojo, tanto Ana como David han compuesto temas para lo próximo de Soleá Morente).La relevancia de estas tres canciones en el repertorio futuro de La Bien Querida, nada menos que después de tres discos sólidos, es incuestionable. Pero hay incluso más composiciones que aunque se nos hubieran presentado dentro de un disco largo, es difícil que hubieran pasado desapercibidas. Es el caso de ‘Alta tensión‘, que va creciéndose al pasar de ser una canción ambient a una angustiosa balada tipo Visage sobre un desengaño; ‘Música contemporánea‘, que cambia sus estrofas llenas de tensión por un estribillo luminoso inspirado abiertamente por Franco Battiato; o ‘Vueltas‘, en la que el tratamiento de la voz de Ana (no hay efectos de producción, dicen) está en sintonía con la letra, que hace un paralelismo con el mundo infantil («tu punto de vista retorcido me tiene dando vueltas como un niño»).
Como ‘Muero de amor’, ‘Disimulando’ apela a la vertiente más españoleta y rumbera del dúo; ‘Geometría existencial’ recuerda su vena más kraut; ‘Encadenados’ aporta un ligero toque de luz en la parte más siniestra, recordando de nuevo a New Order, antes de esa ‘Carretera secundaria’ que lleva al extremo a la Björk de ‘Homogenic’ y de ‘Crepúsculo’; y quizá ‘El origen del mundo’ sí podría resultar una pista más floja, aunque colocada en el disco en segundo lugar, nadie lo advertirá siquiera.
Con este torrente de temas que deberían ser hits, cabría plantear qué es La Bien Querida a día de hoy, pues después de tantas tonalidades brumosas y soleadas, los días en que la conocíamos vestida con falda flamenca suenan cada vez más lejanos. Sin embargo, su modo de componer, a la guitarra, es el mismo, y se nota en estas producciones que, aunque suenen synth-pop, góticas o melódicas, siguen explotando el doloroso costumbrismo de unos Everything But The Girl que también a ella la identifica (hace rato). Con las ideas aportadas por David y también con los vídeos polisémicos de Juanma Carrillo se ven enriquecidas asimismo esas letras que a veces acusan cierta sencillez, convenciéndonos de que el todo que forma este álbum es mucho más que la suma de sus partes.
Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Poderes extraños’, ‘Muero de amor’, ‘Vueltas’, ‘Alta tensión’, ‘Ojalá estuvieras muerto’, ‘Música contemporánea’
Te gustará si te gusta: el pop en español
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