Christina Rosenvinge: «Ser hombre es llevar un corsé que aprieta tanto como el de las mujeres»

Christina Rosenvinge ha vuelto a dar un giro a su carrera con un álbum de excelentes letras y melodías, pero distinta producción a la que había dado a sus dos anteriores álbumes, los también mayúsculos ‘Tu labio superior’ y ‘La joven Dolores’. Como anticipamos el verano pasado, ‘Lo nuestro‘ muestra a la artista en nuevos terrenos más siniestros y tétricos, tanto en lo sonoro como en lo lírico, por lo que no perdemos la oportunidad de citarnos con ella para hablar sobre el disco.

La artista actúa hoy 16 de abril en L’Auditori de Barcelona como parte del Festival de la Guitarra y el 30 de abril lo hará en el Teatro Lara de Madrid. Después, vendrá el Primavera Sound.

«No había manera de dejar la política fuera de estas canciones»

Durante la entrevista del disco anterior hablaste de lo difícil que es hacer canción social sin que suene muy tonta. Esta vez has ido a por ello, ¿verdad?
Sí, había intentado algo ya en 2011, pero las canciones parecían escritas por alguien que va al instituto, de manera muy primaria y muy ingenua. No me atrevía a meterme en eso. Pero al final pones la televisión y lees el periódico y lo que ves acaba por entrar en tus canciones. No es que quisiera escribir sobre política, es que no había manera de dejar la política fuera de estas canciones. Ha tenido consecuencias tan nefastas en todo el mundo, o en mí misma, que ha acabado entrando en las canciones.

¿Te ha costado mucho escribirlas?
Sí. El amor y el desamor es un tema agradecido, abierto… pero hablar sobre…

…»el fin del sueño europeo» (‘La absoluta nada’)
Es más difícil meter ese lenguaje en una canción. De ‘Alguien tendrá la culpa’ tenía los acordes, pero esa canción tuvo 15 bocetos, había llegado a ella después de mucha reflexión. Reflejar un problema complejo en una línea es el pop y a veces es difícil dar con esa frase. Muy poca gente reconoce su responsabilidad, la gente tiende a sentirse víctima y es preocupante que eso pase a nivel institucional, donde te encuentras a alguien que ha robado un montón de dinero y su disposición es de San Sebastián, de víctima.

¿Has metido coros infantiles en esta canción en plan parodia de la persona que habla, como si el narrador se mostrara naíf?
Ha sido más accidental. No iban a ser coros infantiles, sino adolescentes. Quería hablar de la generación de veintipocos años que se encuentra con un mundo peor que el de sus padres. Hay un desencanto y también intención de exigir responsabilidades. Tenía canciones de niñas saltanto a la comba en la cabeza, pero quería que fuera más mordaz. El caso es que no tenía adolescentes alrededor sino hijos pequeños de la gente que conozco. Pensé que también estaba bien, porque les puede ocurrir lo mismo.

¿Y tus propios hijos? ¿No son adolescentes?
Mis hijos van por su lado y yo por el mío. Tenemos que mezclarnos lo mínimo en lo público. Para mí es una tentación, pero sería una falta de respeto a ellos: tienen que ir por su lado. No quiero que sufran el estigma de hijo de famoso. Ellos no tienen la culpa de los padres que tienen. Es fundamental mantenerles fuera de todo y que hagan su propia vida.

Es curioso porque ‘La Tejedora’ se basa en la obra ‘Maman’, que habla de feminismo pero también de una madre sobreprotectora…
Vi documentales de Louise Bourgeois, me gusta como artista y como enseñanza vital. Las arañas están presentes en toda su obra, su madre era tejedora, sus abuelos tenían una fábrica de tejidos… como mis abuelos. Para ella ‘La Tejedora’ es su madre, que vivió una situación terrible. El padre cogió una institutriz en casa y la tuvo como amante. La madre lo sufrió en silencio. La araña es el inmovilismo femenino: tejer los hilos para que todo el mundo crezca feliz, sacrificándose a sí mismo. En mi interpretación, esa sobreprotección es una condena porque no permite que los hijos crezcan libremente, que el marido florezca por su lado y ella misma por el suyo. Esta forma de maternidad está muy extendida en nuestra sociedad y la sobreprotección es un gran enemigo. En la educación que recibimos confundimos amor con sobreprotección, tanto en las relaciones de amor como en las familiares. Y he encontrado lo mismo en parejas de gays, «se sacrifica tanto por mí, que no me deja respirar». Es nocivo para el que lo recibe.

«Hay mujeres que no quieren su rol, hombres que no quieren el suyo… los gays y las lesbianas quieren crear otros tipos de familia, da igual quién ha engendrado el niño… La crisis del rol tradicional está detrás de muchas de las canciones»

El componente feminista está bastante desarrollado en el disco, pero en ‘Segundo acto’ haces referencia al tema mediante una operación de nariz. Has tratado el tema sin perder el sentido del humor, ¿no?
Es fundamental, claro. Es verdad que las canciones empiezan en el feminismo pero crecen hacia otro lado. No es sólo feminismo. Estamos viviendo un momento de transformación muy bueno donde se está definiendo lo masculino, lo femenino… Creo que tiene que haber una fusión y vamos hacia ahí. Hay mujeres que no quieren su rol, hombres que no quieren el suyo… los gays y las lesbianas quieren crear otros tipos de familia, da igual quién ha engendrado el niño… La crisis del rol tradicional está detrás de muchas de las canciones. Creo que todo tiene que avanzar en bloque. No se puede separar la lucha feminista de cualquier tipo de discriminación sexual. La ley del aborto era un intento desesperado de ir hacia atrás cuando las cosas están ya mucho más avanzadas.

Háblame sobre el humor en el disco.
‘Segundo acto’ puede ser como una farsa existencialista, pero el humor no lo pongo para aligerar. Me sale al mismo tiempo que escribo. Si haces una canción sobre la muerte, como ‘La muy puta’, no la vas a hacer de manera catastrofista. La gracia es mezclar elementos góticos con la farsa y crear un cuento… absurdo. Leo poesía muy densa sobre la muerte y me parece demasiado desesperanzada. Yo creo que de todo esto hay que hablar con un estilo muy latino, reírte de las cosas de las que tienes miedo.

¿Qué estás leyendo?
Después de ‘Antagonista‘, me empapé de poesía vitalista. Quería acercarme a Cernuda pero desde mi óptica. No me sale pensar en la edad y el tiempo como una condena. La edad es una condena cuando conlleva amargura y decadencia y no tiene por qué ser así.

¿Ni siquiera desde lo físico?
Si has sido sensata y te has drogado poco (se ríe) , has comido bien… pues la verdad es que no.

Tienes 50 años, supongo que te estarán preguntando mucho por ello en las entrevistas de agencia y todo eso. ¿Te molesta?
Es la pregunta inevitable. Es molesto que la gente te diga «qué bien te conservas». Suena horrible, suena como que estás en formol, es mejor decir «qué buena pinta tienes».

«La edad no conlleva mansedumbre ni agotamiento. Lo que te envejece es empezar a hablar así: «cuando yo tenía tu edad…» Si te sientes fuera del mundo, el mundo te deja fuera»

Es peor que te digan «ah, pues aparentas más», ¿no?
La gente está obsesionada con la edad, hay momentos que te sientes acabado y de repente sientes que estás empezando. La buena noticia para la gente obsesionada con los cumpleaños y con su aspecto es que nada es como te lo habían contado: la edad no conlleva mansedumbre ni agotamiento. Lo que te envejece es empezar a hablar así: «cuando yo tenía tu edad…». Si te sientes fuera del mundo, el mundo te deja fuera.

En ‘Romeo y los demás’ hablas de algún personaje con «resentimiento». ¿Esta canción es cínica y crítica con los hombres de tu vida o más bien es un homenaje, una lista de amores?
No, hombre, es un homenaje. Las compañías fundamentales de mi vida han sido hombres: mi hermano, siempre he trabajado con hombres, mis mejores amigos son hombres y han jugado papeles muy importantes de cómplices, de profesores… He escrito canciones para superar relaciones puntuales, pero empatizo con los hombres. Ser mujer es difícil pero ser hombre es muy difícil. Qué papel tan desagradecido.

¿Te refieres a cumplir con los cánones de virilidad, etc?
Es un corsé que aprieta tanto como el de las mujeres.

‘Lo que te falta’, ¿habla sobre Gran Hermano, Google espiando todo, etcétera?
Sí. El hombre, la máquina, el ojo que todo lo ve… parecía futurismo, como ‘2001, odisea en el espacio’. Ese conflicto se había quedado como fuera y está de actualidad ahora con las cuestiones de que nuestra intimidad no nos pertenece. Pero llego a la conclusión de que aunque parezca que sepan todo de nosotros, lo que hay en la red sirve sólo para ver de qué color te venden las zapatillas. La teoría de la conspiración no funciona, es una chapuza que hace aguas por todas partes: parece que lo saben todo pero no saben nada, y es imposible saberlo. Se basan en que siguen tu rastro digital, las fotos que has hecho… Pero si ves tu propio rastro digital, ¿te refleja realmente? Yo creo que no. La razón por la que hacemos las cosas, la verdadera identidad está igual de oculta que antes. Internet muestra un juego de espejos. ¿Pero cuál es tu verdadera identidad?

La imagen del cementerio para este disco que referenciáis tú y la ilustradora Paula Bonet, ¿se corresponde con canciones concretas o más bien con la sonoridad?
Es el final de ‘La muy puta’. Tengo unos sueños muy bonitos, que puedo volar, que estoy en bolas… pero nunca sueño que vuelo en bolas (se ríe). Pero tengo sueños muy divertidos. Uno era en un cementerio y era un paisaje lisérgico. La canción salió de juntar todo lo que pasó aquella semana. Cuando abres el CD, es la ilustración de ‘La tejedora’. Para Paula se junta, porque lo que ves sobre ella es la letra de ‘La muy puta’. Es un desplegable. La idea es crear algo que no sea solo la música, en Spotify no están las letras ni los créditos, y estas ilustraciones las puedes poner en una estantería o enmarcarlo. Lo tienes y es tuyo como los libros que nos importan.

¿Qué ha pasado con el vinilo? ¿Por qué sale en mayo?
He intentado que salga a la vez, pero hay pocas fábricas y ahora todo el mundo quiere hacer vinilos… Eso es bueno.

¿Algún contacto con Warner tras irte a El Segell? Ellos también cuidaban las ediciones…
Sí, es cierto. De Warner lo que no me gusta es la multinacional en sí, pero trabajar con David Bonilla me gusta muchísimo. Tenemos muy buena relación, y con Alfonso también. Ellos entienden las cosas…

¿Has descartado muchas canciones por el estilo para este disco?
Tenía distintas listas de canciones y una carpeta con lo que llamaba «euroascénicas», que hablaban de la crisis existencial, económica… y de ahí han salido la mayoría. Las que hablaban de otras cosas las he intentado llevar ahí. Otras son más sensuales, de los sentidos… Las canciones con esta temática quería que fueran más enérgicas. La programación empezó como una limitación, porque grababa en un iPad, no tenía banda y empecé a programar.

Entonces no hay canciones más kraut guardadas en otras carpetas…
No, las otras canciones están sin hacer. Están pensadas, igual salen en el próximo disco o escribo más sobre esa línea, no lo sé.

¿Tienes muchas canciones guardadas?
Montones. Escribo todo el tiempo. Tengo ideas melódicas, ideas de acordes… y luego voy eligiendo por dónde voy a ir. A veces lo que te suena bien con guitarra luego no suena bien en un escenario y yo quería que esta vez sonaran bien las canciones en escenario grande.

Con tantas canciones, ¿cómo has tardado 4 años en sacar el disco?
No es fácil grabar un disco, entre que grabas, lo llevas donde quieres, la estructura, gente dispuesta a trabajar en ello…

¿Qué feedback estás teniendo de la gente? ¿Crees que el disco está gustando con este cambiazo?
¿Tú crees que es un cambiazo?

Sobre todo por la manera de presentarlo, con ‘La muy puta’, en lugar de otro tema más accesible…
‘La muy puta’ está hecha con el esquema de ‘La noche del incendio’. Escribo una letra, pongo una base, la recito y luego cada cuatro o cinco estrofas, canto. Me gusta este esquema para contar relatos. Es marca de la casa. A la gente que me sigue le debería resultar familiar… (sonríe)

¿Entonces te parece continuista?
No, hay gente que se ha asustado. Hay gente que cree que suena muy agresivo, que no es tan dulce.

¿Te agobiaba tener peores críticas debido al componente social?
Bueno, la canción social es ‘Alguien tendrá la culpa’. En el resto es un trasfondo que se adivina… De todas formas, toda la gente que tengo alrededor es súper crítica, Raül, mis amigos… sacan el cuchillo a la mínima.

¿Y qué canción les ha gustado menos esta vez?
‘La muy puta’ no la entendían, unos porque decían que era un mal rollo total por hablar de la muerte. Cuando es todo lo contrario, es de huir de la muerte. Otros decían: «suena áspero», pero luego cada persona es partidaria de una canción distinta.

Es que hay muy distintas. ¿Ha sido difícil meterlas juntas?
Sí, hablé con Raül. Alguna canción como ‘Liquen’ se transformó mucho, pero hacia un sitio interesante. Era muy folk, pero por otro lado tiene tensiones y una melodía nada amables. En mi composición ya hay mucha oscuridad, acordes menores y Raúl quiso potenciarlo y hacerlo más oscuro todavía.

¿Has leído el libro de Kim Gordon? Es más divertido y ligero de lo que me esperaba.
Solo secciones. Ella ha hablado de eso en las entrevistas. La imagen de ella es que es dura y sin embargo es muy dulce y muy amable y muy graciosa. Ella dice que es algo que no es su elección: si escogen su foto más dura o su declaración con mala hostia… pero ella no es así, no responde a su verdadera naturaleza.

¿Por qué no habéis sacado vídeo aún?
Está hecho. Hay un vídeo de Darío Peña y luego tres piezas visuales aparte con una realizadora de Barcelona, que ha hecho tres piezas a su aire. Me gusta que la gente escuche canciones sin la asociación de las imágenes. Un vídeo es una pieza aparte del realizador con su propia inspiración.

Pero en ‘La distancia adecuada’, por ejemplo, es muy enriquecedor…
Pero hubo conflicto con Luis Cerveró. Yo tenía una idea y no quiso hacerla. Tiene tanto talento que hizo tres vídeos, pero yo quería un vídeo entero midiendo distancias y él dijo «sí, sí, pero tengo estos 7 folios de guión que también quiero que hagas» (se ríe).

«Sé lo que no funciona, y es que la música sea un artículo de lujo penalizado fiscalmente. No se trata tanto de pedir dinero (subvenciones) como de que ese ecosistema funcionara solo. Pero es que ahora la música está penalizada y perseguida»

Has hablado en Rockdelux de los patrocinios de marcas como Mahou, dejando ver que gracias a las cerveceras has pagado el disco. También has hablado de las subvenciones. Es un asunto complicado con lo que se han criticado en el cine las subvenciones para pelis tipo Garci…
Si yo supiera cuál es el modelo que iba a funcionar me metería en un círculo político. Pero sé lo que no funciona, y es que la música sea un artículo de lujo penalizado fiscalmente. No se justifica que la música tenga más IVA que los libros. Lo de las subvenciones es complicado pero dejar la cultura totalmente en el mercantilismo lleva a que todo se base en resultados económicos. En realidad, el ecosistema funcionaría solo si no se le pusieran trabas. Si los bares pudieran programar música, si no tuvieran tantos problemas para existir, si los músicos tuvieran un sistema de autónomo más comprensible, más personalizado al caso de cada uno porque cada autónomo es distinto… No se trata tanto de dar dinero como de que ese ecosistema funcionara solo. Pero es que ahora está penalizado y perseguido.

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Publicado por
Sebas E. Alonso