Muse en Bilbao BBK Live o cómo reventar un festival

La tercera jornada del Bilbao BBK Live fue tan ecléctica o más que las anteriores y dejó momentos para el recuerdo -algunos de ellos de lo mejorcito de la historia del festival- y otros, lamentablemente, de los más bochornosos que hemos vivido en un evento de estas características.

Dos sorpresas llegaron nada más empezar la tarde con Cavaliers of Fun y Vintage Trouble. Los primeros con un pepino debajo del brazo, ‘Valley of Dreams‘ y los segundos con una elegancia y un buen saber hacer que recordó muchísimo a otro hito de Bilbao BBK Live, el concierto de Charles Bradley de hace dos años. Dudo mucho que haya habido alguien más elegante que Ty Taylor en Kobetamendi.

The Cat Empire ofreció un recital bastante concurrido con dos canciones, ‘Qué será ahora’ y ‘Still Young’, muy celebradas. Poco después, en la carpa, Sheppard desplegó su pop facilón -nada malo, ojo-, ante el que era imposible resistirse. ‘Let me down easy’ o el archiconocido «Geronimo’ hicieron recordar a otros grupos como los Boo Radleys o Rooney. Gente a la que apenas se le tiene en consideración por aquello de que las melodías facilongas no tienen mérito. Así estamos en pleno siglo XXI.

En el Escenario Bilbao Kodaline dio más vergüenza ajena que otra cosa con sus tics insoportables en el escenario y su repertorio blando, insípido y fácilmente olvidable. Error mayúsculo dentro de la programación, indigno de una cita de estas características. Literalmente no había por donde cogerlo y más recordando el blues endiablado que habíamos visto antes con Vintage Trouble.

Pitchfork le cascó un 1,8 a ‘Sounds from Nowheresville’, el segundo álbum de The Ting Tings, y para mí es un disco tremendamente adictivo y notable. Tras el show del sábado me mantengo. This is what you want and this is what you get. Con ese mantra salieron al escenario los autores de ‘We Started Nothing’ para comenzar con ‘Great Dj’ y continuar con ‘Hang it up’. A pesar de un sonido pelín deficiente -aunque nada que ver con lo que viviríamos más tarde-, a los británicos sólo les faltó hacer punto de cruz en el escenario. Llegaron a pinchar a 6 manos no sin antes pe-tar-lo con el ‘Give it back’ y una versión loquísima de ‘Hands’ con la que cerraron y que fue toda una oda al horror vacui. Más divertido imposible.

Otra de las grandes sorpresas del festival fueron los Of Monsters and Men. Prácticamente nadie esperaba nada de ellos -«Sabemos que estáis cogiendo sitio para Muse», llegaron a decir- y ofrecieron un concierto con un sonido perfecto con el que las canciones de su último trabajo

ganaron enteros. De hecho, y Dios me perdone, la épica y los metales de estos islandeses llegaron a recordar a una especie de versión más light de The National y Arcade Fire. Y eso que, al igual que ocurrió en Cruïlla, tuvieron que reducir la duración del concierto.

No tengo capacidad para cuestionar los datos de la organización, pero para cuando acabaron los Of Monsters and Men era prácticamente imposible moverse por el recinto. Si, según los datos oficiales, el jueves y el viernes se dieron cita 40.000 asistentes, el sábado parecían el doble. Aun así, poca afluencia para ver a unos Zoot Woman que tuvieron la mala suerte de contar con un sonido pésimo. Suponemos que Stuart Price no salió al escenario porque estaba hostiándose con el responsable de tal afrenta. Fue imposible encontrar un sitio en el que sonasen más o menos bien. Una auténtica pena porque ‘Start Climbing’ es un disco que bien merece la pena.

Vaya por delante que a mí Muse me interesan más bien poco. Ahora, es imposible decir absolutamente nada malo del espectáculo que ofrecieron el sábado. Te podrán más gustar o menos pero sonaron maravillosamente bien; vocalmente impresionantes; las proyecciones impecables; no les faltó detalle -confeti, globos gigantes-; y, lo más importante, el público estaba ahí viéndoles como quien ve la segunda venida de Cristo. Espectacular. ‘Time is running out’ es la definición de reventar un festival.

A partir de aquí, lo que vino fue una debacle. Delorean sonaron a lata -todavía peor que Zoot Woman- y fue imposible retener la sangre de los oídos. Ante ese panorama, el escondido Escenario 5, también al lado de los urinarios -debe ser tendencia- se perfilaba como la única opción posible. Error. El infierno de sonido de la carpa llegaba hasta ahí y Trajano! sonando a la par que Delorean era la misma imagen del mal.

Intentar llegar al Escenario 2 para ver a SBTRKT fue prácticamente misión imposible. Como si los 40.000 asistentes se hubieran multiplicado como los Gremlins.

El cierre pintaba mal pero nada hacía presagiar el tapón que se formó a las 03:00 am para intentar coger un autobús. Era casi cómico. Tras dos ediciones consecutivas agotando las entradas, que la localización se ha quedado pequeña es un hecho. Que todos los esfuerzos, cada año mayores, por parte de la organización para intentar compensar la masificación son estériles, también. Éste ha sido, quizá, el único problema de una edición que ha sabido combinar estilos a priori incompatibles y que, en principio, parecía que iba a ser engullida por el tirón de Muse, grandes triunfadores de esta edición junto con Future Islands, The Jesus and Mary Chain, Azealia Banks y alt-J.

Fotos: Bilbao BBK Live.

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Publicado por
Nicolás del Moral