Y eso que ‘Misión: Imposible. Nación Secreta’ ofrece pocas sorpresas y novedades. El director y guionista Christopher McQuarrie, famoso por sus celebrados guiones (‘Sospechosos habituales’, ‘Al filo del mañana’) y sus descalabros como realizador (‘Secuestro infernal’, ‘Jack Reacher’), es como un pianista haciendo variaciones sobre un mismo tema: un prólogo bondiano lleno de acción imposible, la entrada imposible a una inexpugnable cámara de seguridad, una persecución de coches y motos imposible…
Todo nos suena. Todo parece repetido… pero no repetitivo. La película está repleta de guiños a las anteriores entregas de la saga, de escenas que buscan la complicidad del fan realizadas con mucha gracia y una enorme pericia técnica. Incluso se permite hacer un simpático y emocionante homenaje a Hitchcock (y por extensión a De Palma, el director de la primera película) con una extraordinaria secuencia en la ópera de Viena que copia y amplía la célebre escena del concierto de ‘El hombre que sabía demasiado’ (1956).
‘Misión: Imposible. Nación Secreta’ es un eficaz entretenimiento que alcanza el notable gracias a una afortunada incorporación. La espía que interpreta la semidesconocida Rebecca Ferguson no es solo el mejor personaje femenino de la serie, una actriz que, por edad y actitud, no parece la hija de Cruise y coprotagoniza muchas de las mejores secuencias de la película. No. La magnética presencia de Ilsa Faust (hasta el nombre mola) va mucho más allá: es capaz de hacer desaparecer a los demás secundarios de la película cuando comparten escena con ella y hasta eclipsar al mismísimo Ethan Hunt. Eso sí que es una “misión imposible”. 7’5.