‘Marte (The Martian)’: Las aventuras de Matt Damon, reina del desierto rojo

Cuando Ridley Scott estrenó hace un año su ‘Exodus‘ ya nos preguntábamos si no había llegado el momento de reconocer que su filón creativo estaba agotado. Y sin embargo aquí seguimos, esperando impacientes a que llegue la nueva obra maestra del autor de maravillas como ‘Alien’ o ‘Blade Runner’, salivando minutos antes de que empiece la proyección de esta nueva aventura espacial que, según críticas llegadas desde el otro lado del Atlántico, promete devolvernos al Ridley de siempre.

Y se apagan las luces. Y te acomodas. Y así de repente, sin prólogos innecesarios, una tormenta desoladora obliga a los miembros de una tripulación a Marte a abandonar el planeta para salvar su vida. Todos menos uno, que parece que muere en el intento. Pero el muerto despierta. Y está solo en el planeta. Desde luego, arranca muy bien la cosa. Lástima que dos horas y media después la euforia se haya convertido en pura pornografía patriótica. Nos la has vuelto a colar, maestro.

Aunque esta vez la culpa no es del todo del pobre Ridley. Si nos olvidamos del fondo y nos quedamos con la forma, a este ‘Marte’ se le pueden poner muy pocas pegas. Sientes que estás allí. Te crees lo que pasa. La epopeya de este científico abandonado incluso te emociona. Pero después de ‘Gravity

‘ o de ‘Interstellar‘ con eso no basta. Ya sabemos lo que es estar en el espacio. Necesitamos una historia.

El problema quizás es que lo que promete esta película, la épica de un hombre abandonado luchando por sobrevivir, no es más que una aventura plana y vacía disfrazada con grandes parrafadas científicas dignas de ‘El hormiguero’ alternadas -por seguir con la comparación- con chistes que le encantarían a Pablo Motos. Porque como decíamos antes, puede que en forma este filme se asemeje mucho a los antes mencionados, pero en el fondo está mas cerca de cintas como ‘Armaggedon’ o ‘Independence Day’, previsible hasta en la selección musical setentera de la que tanto se queja el personaje de Damon.

Que no es que nos moleste escuchar por enésima vez el ‘Starman’ de Bowie. Qué coño, nos encanta. Pero lo que suena en los créditos finales… ¿es una broma? 4.

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Publicado por
Claudio M. de Prado