‘Straight Outta Compton’: el origen de (casi) todo lo que escuchas

Podría decirse que el público potencial de los biopics musicales no es muy distinto de aquel que llena las salas cuando se estrena la adaptación de algún fenómeno literario tipo ‘Harry Potter’ o ’50 sombras de Grey’. Seguidores que, sin importar la calidad de la película, compran la entrada movidos exclusivamente por el morbo de ver cómo queda en pantalla grande una historia que se saben de memoria. ¿Ventajas de todo esto? Que a mayor número de fans, mayor recaudación en taquilla. Pura matemática.

Por eso no hay que extrañarse de que ‘Straight Outta Compton’ haya triunfado, y mucho, en los USA. Hablamos de un país donde los N.W.A., aquella banda formada por Dr. Dre, Ice Cube, Arabian Prince, DJ Yella, Eazy-E y MC Renpor, son considerados una leyenda, entre otras cosas, por ser los responsables de que el «gangsta rap» saliera del ghetto a finales de los 80 para convertirse en el estilo musical predominante por aquellas tierras.

Todo gracias al álbum cuyo título ha copiado el filme. De ahí que gran parte del metraje parezca un documental –uno muy bien rodado y escrito, todo hay que decirlo– que explica y justifica el origen, auge y caída de esta banda que, con canciones explosivas tanto por contenido como por forma como ‘Fuck tha Police’, encendieron la conciencia de un estrato social hasta entonces ignorado en una cultura popular mayoritariamente blanca.

El problema es que el filme abandona poco a poco todo el trasfondo político y social que dio lugar al orgullo de clase para convertirse en un culebrón sensiblero que olvida muchas sombras de la banda. Todo con la clara intención de dejar para la posteridad una versión edulcorada de la historia. Lástima, porque son esas ausencias las que habrían convertido la película en una propuesta valiente y redonda.

Cosas que pasan cuando algunos de los implicados cuya vida se muestra en pantalla (Dr Dre, que ha editado como «no banda sonora» ‘Compton‘, y Ice Cube son los productores de la cinta) tienen poder de veto por haber puesto la pasta. No se puede ser objetivo estando tan cerca. Es aquí donde viene la cara menos buena del negocio de hacer biopics de bandas con millones de discos vendidos: es posible que algunos fans salgan decepcionados porque la película que se montaron en su cabeza no será la misma que por la que han pagado la entrada.

Claro que no creo que esto pase mucho en España, donde no puede decirse que los N.W.A. sean precisamente un grupo de culto masivo. Que no es malo, todo lo contrario. Gracias a este desconocimiento, hay bastantes probabilidades de que salgas del cine con ganas no solo de volver a escuchar aquel mítico disco, sino entendiendo y apreciando mucho más de gran parte de la escena musical de las dos últimas décadas. Es factible incluso que comprendas por qué defendemos la existencia de un grupo como los PXXR GVNG, que son algo así como la versión patria y tardía de los protagonistas de esta película. Y es que hay cosas que van más allá de la simple música. O mejor dicho, que cuando se ponen en contexto, la superan. 7,5.

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Publicado por
Claudio M. de Prado