Carla Morrison / Amor supremo

El premio al disco más ñoño del año se lo lleva la mexicana Carla Morrison, que editaba su nuevo álbum, ‘Amor supremo’, hace unos días tras la buena acogida del primero, ‘Déjenme llorar‘, publicado en 2012 y con el que su autora ganaba dos Grammy latinos en noviembre de ese mismo año. Grabado durante ocho meses en Playas de Tijuana junto a los productores Jandro y Demian Jiménez, entre otros músicos, ‘Amor supremo’ encuentra a su autora sumergida en una especie de «dream pop» vaporoso y lleno de matices con el que Morrison es capaz de crear gran belleza… pero también aburrir a lo bestia.

La mayor virtud de ‘Amor supremo’ es que Morrison, que tiene una voz preciosa, logre que sus canciones suenen intimistas incluso en los momentos de mayor dramatismo y grandilocuencia, y ‘Un beso‘, que incluye órganos eclesiásticos, guitarras oceánicas y percusiones épicas, no es solo el mejor ejemplo de esto sino también la mejor canción que ha compuesto hasta la fecha. Por su parte, ‘Flor que nunca fui’ logra conmover gracias a una melodía tan rota como su letra, y la teatralidad de ‘Vez primera’ está muy bien desarrollada. De hecho, el paisajismo en la producción es a menudo espectacular y los matices de varias pistas crean tal complejidad ambiental que es imposible no oír cosas nuevas a cada escucha.

Pero si creías que ‘Déjenme llorar’ era emotivo… espera a ‘Amor supremo’. Estamos ante un álbum de una hora repartido en trece pistas en el que Morrison lloriquea sobre un hombre sin parar a través de unas letras de una poesía tan vulgar que parece sacada del repertorio de Pablo Alborán o Malú. El asunto cansa ya en ‘No vuelvo jamás’, donde Morrison entona que ama a su hombre «con locura desmedida» y que eso «[le] causa más dolor a [sus] heridas». Pero el pico de ñoñería máxima se lo lleva ‘Yo vivo para ti’, con frases como «quiéreme, te lo ruego / eres tú la raíz de mi fuego / para mí no hay otro deseo que besar tu piel de terciopelo», que pide a gritos un dueto con Alejandro Sanz.

Esto no sería un problema grave si en ‘Amor supremo’ solo hubiera buenas canciones, pero no es el caso. Especialmente a partir de su segunda mitad las melodías empiezan a diluirse y las canciones a hacerse bola: todas parecen la misma y temas como ‘Tú atacas’, cuya neblinosa ambientación psicodélica parece extraída de un sueño, no solo no presentan melodías vocales atractivas sino que son incapaces de enmascarar el sopor de frases como «he aprendido a estar sola con mi sombra / cuando reprimo mi querer siento volver a estar bien / me miento constantemente / me hago la fuerte». Cuando Morrison canta en ‘Todo pasa’ que se siente «cada vez menos viva, derrotada y confundida», es probable que hayas dejado de escuchar hace un buen rato.

Es una lástima porque cuando Carla Morrison hace buenas canciones son muy buenas, pero el dramatismo con el que aborda el resto es tan vacuo y carece tanto de profundidad real que termina resultando absolutamente agotador para el oyente. Sin melodías verdaderamente memorables con las que salvar los muebles, ‘Amor supremo’ termina siendo lo peor que puede ser un disco pop con intenciones épicas: frío y capaz de dejar totalmente indiferente. La honestidad de las letras vuelve a ser brutal, pero el azúcar supera cualquier límite y, desde luego, hay maneras menos obvias de hacer un disco de ruptura, como Adele, Lykke Li y Björk sabrán muy bien. Aquí el drama no compensa la carencia de buenas canciones. Es, en definitiva, como escuchar a alguien sollozar por desamor durante una hora, que al principio te compadeces pero al final… pues te hartas.

Calificación: 4/10
Lo mejor: ‘Un beso’, ‘Flor que nunca fui’, ‘Vez primera’, ‘Tú atacas’
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Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Jordi Bardají