‘El viaje de Arlo’: ¿el primer gran error de Pixar?

El día que Pixar anunció que acababa con su política de un estreno por año nos dio un vuelco al corazón. Ya era hora de que un estudio así de grande se permitiera el lujo de trabajar en dos proyectos a la vez para saciar nuestro mono de buen cine de animación. “Cállense y tomen mi dinero”, que diría Homer Simpson el Fry de ‘Futurama’. Ya no había que esperar al verano para disfrutar de sus propuestas. Desde ahora, las Navidades también iban a ser Pixar. Lástima que visto el primer resultado de este experimento tengamos que tirar del manido “cuidado con lo que deseas no vaya a hacerse realidad”.

Vale que después de entregar ‘Del revés’ tenían complicado mantener el listón igual de alto. Pero bueno, hablamos de unos tíos que se han pasado años entregando obra maestra tras obra maestra sin despeinarse. Si alguien se merecía nuestra confianza ciega eran ellos. Y sí, en lo que a técnica se refiere han superado las expectativas. El nivel de realismo alcanzado en la creación de los paisajes hace que dudes varias veces si no serán monigotes superpuestos en escenarios reales lo que estás viendo. Hasta aquí hemos llegado. Aplausos.

Otra cosa es el argumento, que se antoja anoréxico para lo que nos tienen acostumbrados. Por primera vez no hay doble lectura en las aventuras de los personajes que pueblan este universo de dinosaurios que no se extinguieron. Hay momentos que recuerdan a ‘El rey leon’, hay algo de ‘Buscando a Nemo’ y tiene un poco de ‘Ratatouille’. Padres, complejos y miedos superados. Pero a diferencia de aquellas películas, en ‘El viaje de Arlo’ no hay rastro de emociones profundas ni dobles lecturas ni capacidad para que los adultos nos impliquemos en el argumento. Es más, te aburres. Lo que ves es lo que hay. Y eso sí que es un pecado. 4.

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Publicado por
Claudio M. de Prado