Una de las mejores bazas que podemos encontrar en ‘Patria’ -originalmente ‘Fatherland’, queda claro en ambos casos el juego de palabras- es el propósito de ahondar interiormente en un conflicto personal, intencionadamente tan realista como lo son sus ilustraciones. La historia familiar va en paralelo a la no menos dura del país. Nina Bunjevac utiliza esa rabia para evidenciar la descomposición de la separación en un viaje cargado de fanatismo y con la voluntad positiva de intentar averiguar por qué se llega a un choque frontal tan violento.
Mediante dibujos muy poderosos, que capturan con precisión el tono pesimista del relato, o jugando a componer un álbum familiar de fotografías en blanco y negro en momentos particulares, el lector entra en un documental histórico en el que es complicado permanecer imparcial. Pero a medida que avanzan las viñetas se potencia el toque neutral, pues Bunjevac no inclina la balanza hacia un bando u otro excesivamente. Uno de los grandes valores de esta gran novela gráfica, junto a las ilustraciones, que cobran fuerza gracias a la técnica «cross-hatching«, poco frecuente de fondos entrelazados y punteados, aupando la sobriedad de los personajes. 8,5.