¿’Iba en serio’ va en serio?

Vaya por delante que el que escribe es fan de Jorge Javier Vázquez, muy fan. Creo que es muy bueno, si no el mejor, en lo suyo y me gusta y me divierte el universo ‘Sálvame’. Es más, muchas veces me veo solo defendiendo que sus libros -el primero más que el segundo- son bastante potables y que el que los lee libre de prejuicios puede pasar un buen rato haciéndolo. Y ese fue el espíritu que llevé a esta función: ir libre de prejuicios para disfrutar sin pretensiones. La realidad es que eso ha resultado distar de ser suficiente. Es necesario ser un talifán sin reservas de la estrella mediática para tener el valor de decir que te ha gustado.

‘Iba en serio’ emplea la consulta de una psicoanalista como excusa para desgranar cada capítulo de la vida de Jorge Javier; una vida que, la mires por donde la mires no se diferencia nada de la de cualquier homosexual de este país, a excepción por supuesto del punto donde se convierte en presentador de éxito. Si con el libro el lector podía sentirse identificado con él y conectar de alguna manera con la relación con sus padres y consigo mismo, en este espectáculo no hay absolutamente nada de su argumento que enganche. Las anécdotas son comunes, los momentos dramáticos no emocionan apenas (y si lo hacen es por contar con Kiti Manver de coprotagonista) y los chistes son chuscos, muchos de ellos infantiles y autorreferentes hasta el paroxismo. Por no hablar de una primera mitad de espectáculo en la que cuesta mucho reprimir un bostezo.

Por suerte hay un reparto secundario maravilloso que consigue que no mires el reloj cada diez minutos. Los tres (ellos sí) actores/cantantes/bailarines que acompañan a Jorge Javier en su anodino viaje son magníficos y las verdaderas estrellas de la función. Bueno, y Kiti, que es mucha Kiti. Gracias a ellos, los números musicales con canciones de El Puma, Betty Misiego, Paloma San Basilio o Charles Aznavour consiguen escapar del incómodo terreno de la vergüenza ajena.

Estoy muy a favor de la transversalidad en las disciplinas y de la versatilidad de los artistas. Presentadores de telediario que se meten a escritor, actores que dirigen, cantantes que pintan, actrices que cantan… Hay muchos ejemplos de dignidad al dar el salto de un terreno al otro, incluso hay casos de brillantez y excelencia en ello, y si no que se lo digan a Jared Leto. Lamentablemente, hay veces que tus seres queridos no son capaces de romper tus ilusiones, y esto es lo que nos encontramos aquí. Un ego desproporcionado que no ha encontrado a nadie que le diga que oye, que por aquí no, que vamos a dejar las tablas tranquilitas y mejor pensamos en otra cosa. Porque Jorge no sabe cantar, no sabe bailar, no sabe actuar, no tiene ninguna característica que justifique este despropósito, más allá por supuesto del simple hecho de querer hacerlo le pese a quien le pese. Por desgracia no basta que se haya preparado muchísimo y haya sido un alumno modélico e híper disciplinado en los ensayos porque donde no hay no hay. ‘Iba en serio’ debió quedarse en una representación de fin de curso en el instituto o de un simpático numerito que hacer para tus amiguetes en la fiesta de tu 45 cumpleaños. La Gran Vía madrileña merece otra cosa.

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Publicado por
iFar