‘Instrumental’: si este libro no te conmueve, nada lo hará

Este libro es brutal. Pero no brutal en plan «esta canción es brutal, tía». No. Brutal de verdad. Doloroso. De una crudeza tan descarnada y pegajosa que te hace pedazos. Tanto que te dan ganas de dejar de leerlo cuando a partir de la página 26 se desata, como dice el autor, «el puto Apocalipsis».

James Rhodes es un concertista de piano británico famoso por su heterodoxia. Un iconoclasta (ofrece recitales vestido como recién salido del Primavera Sound, se dirige al público durante los conciertos) empeñado en rescatar la música clásica de la prisión elitista y endogámica en la que lleva décadas encerrada. Al igual que el periodista Alex Ross (‘El ruido eterno’, ‘Escucha esto‘), Rhodes habla y escribe sobre Bach, Beethoven o Rajmáninov, sus tres compositores de cabecera, con pasión, erudición e irreverencia, con espíritu transgresor y divulgador, como si fueran lo que en su momento fueron: estrellas de rock.

‘Instrumental: Memorias de medicina, música y locura’ (Blackie Books) empieza así, con Rhodes hablando de música, recomendando grabaciones, escribiendo sobre sus compositores favoritos. Cada capítulo el autor recomienda una composición para acompañar la lectura y realiza unos breves pero muy jugosos apuntes sobre la biografía del músico y su obra. Hasta tiene una playlist con todos los temas. Pero en este libro Rhodes no solo escribe sobre música, también cuenta su vida. Y menuda vida.

Rhodes fue violado a los cinco años por su profesor de boxeo. Y le siguió violando durante años y años, hasta que a los diez dejó el colegio. El autor cuenta su terrible experiencia (aunque evitando los detalles mas escabrosos para «mantener la cordura») y las catastróficas secuelas que le dejó. Tanto físicas: lesiones en la espalda, trastornos digestivos, adicciones, tics… como psicológicas: trastorno bipolar, estrés postraumático agudo, síndrome de Tourette, anorexia, ideación suicida, trastorno disociativo de la personalidad, trastorno límite de la personalidad… Su vida, claro está, se fue a la mierda: fue alcohólico, drogadicto, se prostituyó, se autolesionó, intentó suicidarse varias veces, fue internado en un psiquiátrico…

Pero encontró la música, y eso le salvó. Rhodes escribe con una sinceridad desarmante y un entusiasmo contagioso sobre el poder sanador de la música. De cómo le ayudó y le sigue ayudando a sobrevivir, a mantenerse «a dos semanas malas de distancia de un pabellón cerrado». También, al final, se pone un traje que no le queda muy bien: el de consejero matrimonial. Pero lo dejamos pasar. Todo lo anterior ha sido tan vibrante, tan conmovedor, tan inspirador, que no nos importa recibir unos cuantos consejillos para mejorar la vida en pareja.

Y es que sobre eso también tiene Rhodes malas experiencias. Su libro estuvo a punto de no ver la luz por culpa de su ex esposa, quien intentó prohibir su publicación porque el lenguaje empleado y las descripciones tan gráficas que contiene podían dañar al hijo que tienen en común. Gracias, entre otras razones, a la campaña de apoyo que protagonizaron amigos como los actores Benedict Cumberbatch y Stephen Fry, el libro pudo finalmente publicarse. Menos mal. 8,9.

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Publicado por
Joric