El viaje de ida y vuelta que emprende una joven irlandesa (fantástica Saoirse Ronan) a Estados Unidos durante la década de los cincuenta se convierte en manos de Hornby y el director John Crowley (‘Circuito cerrado’, ‘Boy A’) en una delicada, intimista y melancólica reflexión, narrada en voz baja y con un enorme cariño por sus personajes, sobre conceptos como el hogar, la familia y la identidad nacional.
‘Brooklyn’ está dividida en tres partes, cada una ellas con un tratamiento visual diferente. La primera, filmada con encuadres cerrados y apagados, cuenta la vida de la protagonista, gris y sin expectativas, en un pueblo de Irlanda. La segunda, más luminosa y abierta, narra su viaje hacia Nueva York en busca de un futuro mejor: la llegada a la isla de Ellis, los problemas de adaptación, la nostalgia del hogar, las primeras amistades, ilusiones, romances… Todo muy bien contado, con mucha delicadeza, calidez y sensibilidad, pero todo muchas veces visto.
Es en la tercera parte, cuando la chica tiene que volver a Irlanda (no estoy desvelando nada que no aparezca en la sinopsis), el momento en que esta historia despliega todo su potencial dramático. La protagonista, con su llegada, ilumina y ensancha los encuadres de su antiguo hogar a la vez que genera una tensión que hace vibrar la película y encoger el corazón del espectador. La fricción entre lo viejo y lo nuevo, entre la nostalgia del pasado y la ilusión del futuro, entre la responsabilidad familiar y las expectativas de crear una nueva familia, van arañando la trama hasta formar una pregunta: ¿qué es más doloroso, marcharse de tu hogar o tener que regresar a él? 8,5.