‘Mustang’ (el título hace mención a la raza de caballo, no al coche) es una película eficaz, una mezcla muy bien medida entre el drama social de enérgico discurso feminista y la sensibilidad estética de Sofia Coppola. Ergüven acierta con el tono y la atmósfera que imprime a su relato, sobre todo en el primer tercio. La directora expone las contradicciones y el machismo de la sociedad patriarcal turca en forma de drama, pero sin renunciar al humor (a destacar la secuencia del partido de fútbol) ni a la sensualidad (el espectador puede ver lo que la sociedad pretende ocultar). Es como si la aparentemente contradictoria puesta en escena, luminosa, vitalista y sensual, fuera no tanto un espacio naturalista como una proyección de la mente de la protagonista, una adolescente rebelde e insumisa (como un mustang).
Sin embargo, una vez que el drama se desata, esa frescura y energía narrativa empiezan a apagarse. La directora comienza a echar mano de recursos de guión facilones y muy poco sutiles. Además de la «afición nocturna» del tío de las cinco chicas, bastante innecesaria y estereotipada, todo lo relacionado con el personaje del conductor «enrollado» tiene menos solidez dramática y resulta más inverosímil que ver a Patricia Vico en ‘Cien años de perdón’. Su peso dentro de la narración termina siendo tan grande y su importancia tan decisiva que acaba aplastando la película sin remedio.
‘Mustang’ es un nuevo ejemplo, quizá algo más estimulante de lo habitual, de eso que algunos llaman «cine necesario», una película ensalzada más por lo que dice (por bien que nos parezca) que por cómo lo dice. 6,7.