MadCool no ha sido MadPool pero sí un poco MadCold

Una vez desechada la posibilidad de que fuéramos a morir ahogados en el estanque bajo MadCool (la broma #MadPool recorría las redes sociales), un documento publicado por El Mundo revelaba que el Ayuntamiento de Madrid ha hecho una rebaja del 95% al festival en el alquiler de La Caja Mágica para su celebración. No le veo mayor interés a la noticia porque sospecho que todos esos logos de ayuntamientos y comunidades que aparecen en los carteles de muchísimos festivales del país tienen algo que ver con acuerdos así. Pero sí me parece interesante la justificación del documento firmado por la responsable de cultura Celia Mayer: «MadCool realizará su primera edición en la ciudad de Madrid buscando situarse en la élite de los festivales nacionales, compitiendo, en cuanto a programación y oferta de ocio, con el Primavera Sound, el Festival Internacional de Benicàssim o el Bilbao BBK Live».

Tras la celebración de su primera jornada podemos concluir que el festival madrileño todavía tiene que tomar mucho Cola-Cao para equipararse a cualquiera de estos festivales. Nada que objetar a su cartel ecléctico, que sumando, sólo el primer día, público viejuno (The Who), gay (Hercules & Love Affair, Monarchy, Garbage) e indie actual (Lori Meyers, Vetusta Morla) ha reunido a 34.278 personas. MadCool ha logrado ser, saliendo de la nada, todo un acontecimiento para casi todo el público madrileño interesado por la música pop. Sin embargo, la organización tiene mucho, mucho trabajo por delante que mejorar.

La disposición en dos escenarios exteriores nunca coincidentes a lo Dcode, con otros tres en interior en pequeños pabellones, es un acierto, pues te permite ver conciertos a cubierto si llueve o estar al aire libre si te apetece. Pero no sería mala idea que los 5 escenarios estuvieran señalizados o siquiera nombrados de alguna forma para ser identificados y distinguidos entre sí. Los carteles con una flecha «to everything» que había por todas partes tenían que ser una broma. A su vez, la ausencia de cuartos de baño dentro de los pabellones se traduce en que, si sales un momento, puede que no puedas volver a entrar al concierto que estabas viendo o que tengas que subir a gradas porque el aforo está completo.

Nada de beber cerveza entonces, pero en ocasiones tampoco es que se pueda: debido a la escasez de barras y a los errores de lectura de las pulseras inteligentes para pagar, hay colas de un cuarto de hora para pedir una bebida en todas las barras excepto la del Escenario 5, que está tan escondido que juraría que el 90% del público asistente ni lo ha encontrado ni sabrá jamás que existió. Tampoco parecen muy preparadas las barras: a eso de las 22.00 horas ya no hay vino (para kalimotxo, no os hagáis ilusiones) en algunas, ni disponen de hojas de reclamaciones.

Frío ha hecho, pero han sido todos estos inconvenientes, sumados al peor bocata de festival (pollo) que recuerdo desde el Summercase o la hora larga de espera para pillar un taxi, los que han hecho del festival una experiencia algo fría, muy poco emocionante. Tampoco ha acompañado el sonido en absoluto en la mayoría de los conciertos. A eso de las 19.00 desconocía que el de Tom Odell iba a ser uno de los mejores shows desde el punto de vista técnico que iba a presenciar en toda la noche. El británico se presentaba tontamente con un «I come from London, England» (si entiendes esta frase probablemente sepas donde está esta ciudad) y ofrecía un set preparado sobre todo para su lucimiento como vocalista (más que el de sus coristas, desde luego). Aunque abusando de las mismas estructuras canción tras canción, esto es, inicio minimalista al piano, desarrollo in crescendo… las técnicas de Muse encantan al respetable y en su escenario cada vez había más público. Con la llegada de ‘Another Love’, ya sabéis, récord de móviles al alza.

Era fácil adivinar que la cumbre del concierto de Manel iba a ser algo así: un cierre con ‘Teresa Rampell’ y ‘Sabotatge’. El problema es que el cuarteto catalán no termina de funcionar como un grupo de pop-rock al uso. En ‘Benvolgut’ se echan de menos los vientos, en ‘Boomerang’ y sobre todo ‘Ai, Dolors’ el intimismo; y cuando el concierto trata de despegar hacia lo llenaestadios, como con la divertida ‘La Serotonina’ o las dos últimas canciones, la cosa no termina de entusiasmar. La voz de Guillem Gisbert suena demasiado por encima en los momentos más tranquilos, y el sonido conjunto es demasiado batiburrillo en los más bailables. Lo mejor, como siempre, la coreografía del grupo, esta vez durante ‘Sabotatge’.

A Låpsley, acompañada de tres músicos pese a lo minimalista de su propuesta, le tocó en el Escenario 5, por el que casi nadie se pasó, y además salió con un grave problema técnico que le impidió cantar parte de la primera canción. Tras manipular unas cuantas veces la petaca de su micro y pelearse con el técnico durante ‘Falling Short’, mejoró tímidamente con ‘Cliff’, ‘Dancing’ y ‘Painter’. Pero entonces aparecieron ellas: dos Erasmus borrachas (o drogadas) hablando incluso en las primeras filas más alto de lo que todo el grupo de Låpsley conseguía sonar. Toda razón para perderse a The Who, que tocaban casi a la misma hora, se disipó. Por cierto, las Erasmus continuaban metidas en ese pabellón un par de horas después incluso aunque no actuaba nadie, quizá porque era la única barra en la que se podía pedir, quizá porque no llegaron a descubrir que fuera había otro festival.

Dudo mucho que el concierto de The Who lograra ser un conciertazo para las decenas de miles de personas que acudían a MadCool. A lo sumo lo sería para las personas que estaban de la torre de sonido para adelante. Detrás de esta no había pantalla -sí en los puestos de comida, pero sin sonido- y lo que llegaba a la explanada abarrotada era demasiado vago. Con todo, el grupo ofreció un concierto energético que empezó fuerte con ‘I Can’t Explain’, ‘Substitute’, ‘Who Are You’ y ‘The Kids Are Alright’ (con proyecciones de ‘Quadrophenia’), enseguida se desprendió de ‘My Generation’ y ofreció sonidos variadísimos entre solos de guitarra y la electrónica ‘Baba O’Riley’, con proyecciones robóticas y casi un lyric video para el karaoke. Apuesto a que The Who escogieron su horario. Empezar de día e ir terminando (ya sólo quedaba ‘Won’t Get Fooled Again’) con ese espectáculo ya de noche no se paga con dinero.

Quizá por la dificultad de acceder a la pista de La Caja Mágica (así de deficiente es el tema de la señalización) pocos llegaron a escuchar los primeros acordes de unos Monarchy que se lanzaban -prácticamente en solitario- a tocar ‘Dancing In The Corner’, una canción que aprovecharon para hacer un emotivo homenaje a las víctimas de Orlando. A partir de ahí, el directo de Andrew Armstrong y Ra Black solo hizo que crecer. Sonaron sus mejores temas: ‘Disintegration’, ‘Black Widow’, ‘The Beautiful Ones’… y desataron un locurón con sus dos versiones: un mash-up entre ‘Video Games’ de Lana del Rey y su tema ‘Phoenix Alive’ y una versión completa de ‘Lithium’ de Nirvana. Todo coronado con dos apoteósicas ‘Dance Like Hell’ (celebradísima por el respetable, y eso que se publicó hace un mes escaso) y una emotivísima ‘Living Without You’. Con un sonido impecable y derrochando elegancia británica sobre el escenario, se convirtieron en uno de los conciertos obligatorios de la noche. Lolo Rodríguez.

Garbage han sacado disco esta semana, según Shirley Manson «hace cuatro días». Aunque no se haya enterado de que ahora los álbumes salen los viernes en todo el mundo, la noticia es que el grupo decidió pasar casi totalmente de ‘Strange Little Birds’ pese a las buenas críticas que está cosechando. Aparte de ‘Empty’, alguna cara B favorita de los fans como ‘#1 Crush’ -en este caso dedicada a sus admiradísimos The Who, que acababan de tocar- y ‘Automatic Systematic Habit’, que funciona estupendamente para abrir, el show estuvo lleno de «grandes éxitos». Faltó ‘When I Grow Up’ pero no ‘Stupid Girl’ y ‘Special’ hacia el principio, despuntó ‘Why Do You Love Me’ con una Shirley tirada en el suelo, emocionó la dedicatoria a la comunidad LGTB de ‘Sex Is Not The Enemy’ («siempre tendréis un amigo en nosotros») y triunfaron ‘Only Happy When It Rains’ y la final ‘Cherry Lips’ y muy especialmente ‘I Think I’m Paranoid’ y ‘Push It’ seguidas. De nuevo, el sonido no era nada nítido, con la voz de Manson a menudo ahogada por los instrumentos, pero esta no ha perdido nada de su carisma, bajándose a jalear al público, etcétera. Alguien dirá que el pelo rosa no le beneficia en nada, ni el abuso de primeros planos del montaje, pero ya sabéis lo que suele cantar: «I am not as pretty as those girls in magazines». Por cierto, Butch Vig, ¿todo bien?

Hercules & Love Affair empezaron su concierto dedicándolo a las víctimas de la matanza de Orlando. En otro momento del set, un desinhibido Andy Butler, que no tardó demasiado en quedarse sin camiseta (aunque no se quitó gorra y tirantes), dio las gracias por poder tener un trabajo en el que podía ser él mismo. Acompañado de un par de vocalistas que no son ANOHNI pero entretienen a cualquiera que guste de la tradición queer, y de un chico a los sintes más, Butler fue desgranando una colección de hits de ritmos house y sonidillos acid, que incluye ‘I Try to Talk To You’, ‘Do You Feel the Same’ y, en penúltimo lugar, la celebrada ‘Blind’. Un hito de canción de los que no se escuchan todos los días en vivo.

El Guincho tuvo que sufrir la coincidencia con Vetusta Morla, programados nada menos que cuando el metro ya estaba cerrado, a las 2 de la mañana de un jueves, con Digitalism, y encima la frialdad del Escenario 5, casi secreto. En cualquier caso era la primera vez que podíamos escuchar en vivo las canciones de ‘Hiperasia’ -hay muy pocos guiños a sus hits pasados en su set- y el formato cuarteto con todos los músicos en primera plana es atractivo. ‘Cómix’ no necesita a La Mala Rodríguez para funcionar (hace su parte el percusionista) y ‘Rotu seco’ es ya un «highlight» de su repertorio, pero bien es verdad que aún no a la altura de ‘Novias’ -la primera canción que levanta de verdad al público-, o por supuesto ‘Bombay’. Después de esta, pulla a Vetusta Morla al agradecer que prefiriéramos su concierto: «gracias por no ir a Vetusta. ¿Son la polla, no?». Está claro que no se lo parecen.

El set, frente a unos pocos cientos de personas, se cierra irónicamente con ‘Mis hits’. Casi una metáfora del coitus interruptus que ha supuesto la primera cita con este festival, tan necesario en la ciudad como largo el camino que le queda por recorrer.

Fotos Oficiales MadCool.

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Publicado por
Sebas E. Alonso