No es el caso de ‘Buscando a Dory’. No es una mala secuela. Sin embargo, hay que tener la memoria del pez cirujano azul para no darte cuenta de que es casi calcada a su predecesora, ‘Buscando a Nemo’ (2003). Bucea por las mismas aguas narrativas y chapotea por secuencias casi idénticas. La película no llega a resultar reiterativa, pero tampoco sorprendente. Si no tienes niños cerca que te arrastren de la manga al cine, esta sería una buena razón para quedarte en casa, para no picar el anzuelo. Pero eso sí, antes hay que mirar bien de que se compone el cebo:
1. Los secundarios. Es difícil no tragarte el anzuelo hasta el intestino ante el irresistible encanto y gracia de estos dos personajes: el pulpo Hank y la cegata tiburón ballena Destiny. Son el gran acierto de esta secuela. El primero es un prodigio técnico y artístico, un robaplanos absoluto que no podrás dejar de mirar aunque esté camuflado. El segundo, la reina del gag físico, una Rompetechos acuática (siguiendo con la analogía, Hank sería Mortadelo) capaz de arrancar carcajadas hasta a Del Bosque. Por cierto, sin noticias de la pareja bollo y la mantarraya transgénero. Su visibilidad en la película es la misma que un chanquete en una pescadería.
2. La secuencia del reencuentro. Todos los que hemos visto a EVA apagarse con WALL-E a su lado, a la niña de ‘Monstruos S.A’ despidiéndose de Sully, el magistral prólogo de ‘Up’ o, sin ir más lejos, el tremendo comienzo de ‘Buscando a Nemo’, sabemos que cuando Pixar se pone emotivo no hay lacrimal que se le resista. No digo más para no spoilear. Solo esto: como te pille el día tonto, vas a acabar llorando más que un concursante de Gran Hermano.
3. Su discurso. Por ahora Pixar se resiste a suscribir el habitual mensaje Foro de la Familia que suele mandar Disney en muchas de sus películas. Aquí la importancia de la familia es vital, pero no más que la de los amigos o la del respeto y la aceptación de la diferencia. Este tipo de decisiones, en una película dirigida a un público infantil, son un enorme valor añadido.
4. Dory. Pues claro. Es la única razón de ser de esta secuela: volver a ver a ese encantador pez con menos memoria que un pez. Dory se merecía su propia película, de hecho es casi como un spin off de la primera, pero… ¿es esta realmente la película que se merecía? 7.