El intento por conseguir esos buenos estribillos sigue ahí, pero esta vez las canciones parecen un poco más forzadas, menos espontáneas y a veces incluso desesperadas. Como no cuentan con un fluir tan natural como en el álbum anterior conseguían ‘Walk Like You’, ‘Curse Curse’ y ‘Moving On’, las diferencias estilísticas juegan en contra y deja de apetecer escuchar una canción acústica como ‘Feet of Clay’ rodeada de impersonales imitaciones de Primal Scream (‘Bitch’) y New Order (‘Surfer’s Song’).
Sobre todo cuando las cosas no casan en lo lírico. Si Tim Booth se dedicaba a llenar de tacos las dos primeras canciones del disco, ‘Bitch’ y la politizada ‘To My Surprise’, nadie puede tragarse que sea todo amor como espeta ‘Nothing But Love’, que ha contado con un tímido arpeggio aportado por Brian Eno, quien llegó a colaborar de manera más activa en otro tema del disco que al final ha sido descartado.
Hay pequeños aciertos en el álbum, como su típica canción río, ‘Move Down South’, sacada de una jam session en el estudio de más de una hora, o ‘Attention’, pero ese bobo tema en francés titulado ‘Alvin’ termina de inclinar la balanza hacia lo kitsch. ‘Girl at the End of the World’ habría funcionado mejor como compilación de singles regalados a través de su web durante 12 semanas o 12 meses. Así seguramente habríamos exclamado: «¡hey, la canción de este mes de James está muy bien!». Como álbum en el que han trabajado como un todo nunca llega a funcionar demasiado bien.
James actúan este sábado en Cruïlla.
Calificación: 5,5/10
Lo mejor: ‘Move Down South’, ‘Surfer’s Song’, ‘Attention’
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