Como en ‘Cupid Deluxe’, Dev Hynes observa en ‘Freetown Sound’ la periferia social de Nueva York, sin embargo, lo hace desde un pasado con el que se siente profundamente identificado, el de sus padres, hasta el punto que el título del disco es una referencia a la ciudad de Sierra Leona en la que su padre nació. «[‘Freetown Sound’]» es un disco sobre mi vida», ha asegurado Hynes, «sobre mi crecimiento, sobre ser negro en Inglaterra, ser negro en América… sobre mudarme a este país a los 21 años, la misma edad a la que mi madre se mudó de Guyana a Londres y mi padre de Sierra Leona a Londres».
A sus padres cita Hynes en la primera frase del primer single del álbum, ‘Augustine’, en cuyo vídeo el artista nos sitúa directamente en el Stonewall Inn del barrio Greenwich de Nueva York donde originaron las protestas del Orgullo Gay. Desde un enfoque minimalista en los arreglos, compuestos por poco más que una prominente caja de ritmos, una guitarra y un piano, ‘Augustine’ es una composición pop magistral que remite con naturalidad a los ochenta de ese Michael Jackson que aparece sonriente en la portada del álbum, pero desde un ángulo de contemplación materializado en la preciosa melodía del estribillo, que se pega más de lo que parece.
El disco, que se desarrolla como una «mixtape», con pocos o ningún silencio entre canción y canción, contiene suficientes buenas canciones (17 en total) para considerarlo uno de los discos destacados del año. Entre ellas se cuenta la preciosa ‘Hadron Collider’ junto a Nelly Furtado, que expresa una valentía abatida, la de ese «pueblo libre» que todavía es solo una esperanza, y a esperanza suena la vibrante ‘Chance’ («solo quería una oportunidad / para representar aquello que empezamos a construir»). La mejor canción del disco, ‘Best to You’ junto a Empress Of, es un espectacular ejercicio musical que combina polirritmos africanos y teclados translúcidos al servicio de la melodía (y la voz) más pop del disco.
El gusto por las melodías empalagosas no es siempre el mejor aliado de Hynes, como demuestran la azucarada ‘But You’, que podría ser del peor Michael Jackson, o la poco imaginativa ‘Squash Squash’, como tampoco lo es su fetichismo por el pasado musical de los ochenta, que confecciona en ‘E.V.P.’ junto a Blondie un dinámico tejido musical, pero algo insípido en ‘I Know’, de la que destaca, más que nada, su arreglo de piano, o la olvidable ‘Thank You’, que, no en vano, aparece hacia el final. Pero cuando Hynes se pone ñoño le puede salir muy bien, como vuelve a demostrar su colaboración con Carly Rae Jepsen en ‘Better Than Me’, que no es tan buena como ‘All That’, pero se queda cerca.
Como ‘Augustine’, que remite al influyente teólogo Agustín de Hipona, nacido en la actual Algeria, y a la profeta Nontetha Nkwenkwe, ‘Freetown Sound’ se sirve de iconos del pasado para ayudarnos a entender su presente. En una de las mejores canciones del disco, ‘Desirée’, desarrollada a través de un exquisito gancho electrónico, Hynes samplea la voz de Venus Xtravaganza de ‘Paris Is Burning’ (otro icono neoyorquino) al tiempo que canta «no me puedo quedar en Nueva York». El concepto del disco es que Hynes, que ha sufrido la brutalidad policial racista en sus propias carnes, siente un profundo desarraigo producido por el temor que su identidad suscita en muchos, por eso, que ‘Freetown Sond’ sea un ejercicio retro absoluto sirve para recordarnos que los ochenta que evoca siguen siendo particularmente relevantes hoy. No es la mejor de las noticias, pero nos queda la música, que es lo único, en este mundo de locos, que parece tener sentido.
Calificación: 8,1/10
Lo mejor: ‘Augustine’, ‘Best to You’, ‘Desirée’, ‘Hadron Collider’
Te gustará si te gusta: Michael Jackson, Whitney Houston, el pop afroamericano de los 80 en general
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