Para este nuevo disco, homónimo y publicado por el sello francés Discolexique sólo año y algo más tarde que el anterior, el músico angelino anunciaba algo completamente diferente. Efectivamente, y por fortuna, no ha sido así. Estas ocho nuevas canciones vueven a tener, de nuevo, el sello inconfundible de House of Wolves: voz quebradiza, pausa, melancolía y emoción. Por ejemplo ‘Oh You Little One’, esa suerte de balada lynchiana que resulta ser uno de los momentos más brillantes del disco, se integraría a la perfección en cualquier otro trabajo de Villalobos.
Sin embargo, sí que es cierto que hay cosas que han variado con respecto a los discos precedentes. Sin ir más lejos, es el primer álbum de House of Wolves grabado con banda: Brian Wright -que ya participó en el primer disco- a la batería y Nate Ashley al bajo, aparte del propio Villalobos a la guitarra y el piano. Además se sustituyen los arreglos puntuales de trompeta o viola por la presencia más constante de un cuarteto de cuerda (encabezado por otra antigua colaboradora, Amanda Lawrence, habitual de M. Ward).
Esos cambios de configuración se hacen más evidentes en cortes como ‘Darkness’ que, aunque empieza de manera muy sencilla, va ganando empaque e instrumentación hasta llegar a un punto algo épico no alejado de los primeros Lost in the Trees. También en ‘Keep All Your Lovers’, un tema contundente, mucho más rítmico de lo habitual, pero con una delicadeza desarmante en los arreglos.
Para este disco Rey Villalobos ha vuelto a contar con John Askew -que ya produjo su debut- pero en esta ocasión se nota más la intención de aproximarse a los sonidos inconfundiblemente «americanos» a los que el productor de Richmond Fontaine y muchos otros están habituados. Por ello, no resulta extraño encontrarse detalles remotamente country folk en canciones como ‘I’m Here You’re There’, que abre el disco cadenciosamente, de puntillas, o en ‘Time’, que puede agradar incluso a los aficionados a Will Oldham. Aunque serán los incondicionales de Elliott Smith los que disfrutarán con esa nana polvorienta que cierra el disco llamada ‘Holy Roller Coaster’ o con la más animada ‘Firefly’.
Uno de los puntos débiles de este tercera entrega puede ser la ausencia de una canción más inmediata, que brille más a primera vista que las demás. Por ello, sorprende que se haya permitido el lujo de prescindir de ‘Love Is a War’, lo que parecía un adelanto a este disco en forma de ambicioso videoclip. En una reciente entrevista en Town Feeling, Rey explica que la toma grabada con banda no le convenció y que -siempre meticuloso con esos pequeños matices- quería conservar una cierta identidad de sonido, por lo que está incluida dentro de un CD bonus. Quizá ese lugar dejado por la ausencia de un single potencial lo pueda ocupar ‘Alabama’, cuya adictiva melodía puede recordar al Ray Davies más soleado o a los añorados Smiles & Frowns.
Con todo, quizá se trate del disco más accesible de House of Wolves. Pero también el más convencional, el menos personal, y por ello, en mi opinión, un escalón por debajo de los anteriores. Que una colección de canciones tan notable como ésta me parezca un tanto inferior creo que es el mejor indicador de la deslumbrante carrera que, a la sombra de las modas, está labrándose Rey Villalobos. Lo mejor es que, entre que publica discos muy breves y que es bastante prolífico componiendo, parece que ya tiene el cuarto disco listo para grabar. ¿Ya lo habrá descubierto para entonces alguien?
Calificación: 7,9/10
Lo mejor: ‘Oh You Little One’, ‘Alabama’, ‘Keep All Your Lovers’
Te gustará si te gustan: las canciones que no tienen prisa.
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