Haces muchas cosas en tu vida: periodismo, televisión, radio, DJ… Cuéntame en qué proyectos estás involucrada en este momento, los que más emocionada te tienen…
Ahora mismo trabajo en ‘Las Campos‘. Me dedico a la televisión desde hace 17 años, y he llegado a un punto en el que solo hago formatos con los que me divierto. Curiosamente, bajo esta premisa, llevo años dedicándome en exclusiva a hacer realities. Sin embargo lo que más me llena en la vida está en las antípodas del trabajo. Supongo que como a todo el mundo. Escribo en varios medios. Lo hago por dinero, pero me gusta. Me encanta escribir, es de lo único de lo que no me canso nunca.
Bueno, pero la televisión te gusta. O al menos eso parece… ¿Prefieres ser espectadora o te gusta más desde las entrañas? ¿Igual por estar dentro ha perdido encanto para ti?
Escribo por obligación, y mientras escribo se me ocurren líneas argumentales sobre las que escribir. Y cuando acabo mi jornada, escribo por gusto. Y es como comer con hambre, como dejar aflorar algo reprimido. He llegado a estar de juerga un sábado de madrugada e irme a casa porque me apetecía escribir.
No me gusta pensar que sea yo la que ha perdido la capacidad de sorpresa, así que lo achaco a la estandarización de los contenidos. Todo se parece más entre sí. No hay riesgo, no hay novedad. Los formatos son réplicas de otros anteriores. Yo hago formatos televisivos, y prácticamente no se hace nada nuevo. Se compran (o se copian y adaptan) formatos que hayan triunfado al menos en 4 países. Como espectadora, la TV me parece una experiencia que bascula entre la vergüenza ajena y la evasión. Como trabajadora, todavía me gusta descubrir y exprimir lo divertido de la vida.
Entonces, lo de que pese a que hay más canales y más inversión que nunca tenemos peor tele que antes, ¿es así?
Está claro que el hecho de ampliar la oferta no ha mejorado los contenidos. Ni siquiera los ha ampliado. Pero hay sorpresas muy dignas que igual nos impactan menos porque estamos muy expuestos, pero casos como ‘First Dates’ a mí me parecen elogiables. Con internet, con programas de consumo impactante y rápido, estamos muy curtidos ya todos y nada nos impresiona.
«La televisión es una industria que se está quedando rancia y pequeña (…) y no sabe reciclarse. Es lo mismo que viví en la industria musical»
Y, como crítica de televisión, en tu columna de El Mundo… ¿Te beneficia trabajar y haber trabajado dentro? ¿O es un arma de doble filo?
Ambas cosas. A mí me encantaría tener un lugar como mi blog personal, en el que poder contar todo con libertad, pero de forma anónima. Porque, siendo como soy, bastante condescendiente con todo, he tenido problemas a la hora de ser contratada y/o vetada en determinados sitios. ¡Imagínate si contara todo! El problema de la TV es que es una industria que se está quedando rancia y pequeña, que se mueve con unos códigos antiguos y no sabe reciclarse. Es lo mismo que viví en la industria musical, donde también trabajé bastante.
Se ve venir el fracaso: los sueldos bajan estrepitosamente, la inversión frena, la repercusión antes masiva se convierte en un nicho, y se desprecian las tecnologías audiovisuales e internet… Y, en lugar de ponerse al día, las cadenas, las productoras, hacen lo que hicieron las discográficas: blindar los altos cargos, centrarse en los productos rentables y defender lo suyo repeliendo lo que consideran ataques. Pero esto es normal, porque es una industria en manos de señores mayores que les parece el súmmum de la modernidad copiar a los youtubers, por ejemplo.
Yo cada vez oigo más en serio a gente que dice que no tiene tele o no la ve…
Yo apenas veo la tele y llegará un día en que la dejaré de ver del todo. El entretenimiento, que es mi sector, tiene demasiados productos indefendibles, programas que son un pastiche de intereses y encargos absurdos… Es un sistema caduco. De ficción e informativos no hablo, porque apenas entiendo. Aunque los consumo, claro.
Respecto a ‘Las Campos’… Supongo que será un poco delicado hablar del tema, pero… ¿Tienes esperanzas en que se salve un poco el formato? Porque se le ven posibilidades, pero el environment de la cadena podría hacer un poco que se quede en un subproducto de ‘Sálvame’, en lugar de buscar un éxito más «alternativo», por así decirlo, tipo ‘Alaska y Mario‘, ¿no?
Curiosamente, yo he trabajado en ‘Sálvame’ y en ‘Alaska y Mario’. Influyen muchas cosas, claro. Pero mi trabajo es de mercenaria. Yo trato de dignificar lo que hago. Tengo una serie de elementos y personajes, muy poco margen de acción y directrices muy claras. Con eso, tengo que sacar algo bueno. ¿A ti te gusta?
«Terelu es muy buena en reality. La cámara la quiere. Y eso se tiene o no se tiene»
A mí me parece que tiene posibilidades, pero como todo: si dura tres horas entre pre-programa, debate, etc. ¡Crees morir! Pero Terelu tiene pinta de poder petarlo como personaje, la verdad.
Terelu es muy buena en reality. La cámara la quiere. Y eso se tiene o no se tiene. De todas formas ahora no puedo hablar de ‘Las Campos’. Cuando se emita, os cuento cosas…
¿El animal televisivo existe, verdad?
Sí. Hay gente que no ves destacar en grabación. Y cuando aparece en la sala de edición, es sobrecogedor. Y gente que desde el minuto uno luce. Generalmente es gente espontánea, que no medita demasiado y se mueve por impulsos. En un casting no siempre se ve. Los castings me flipan, son muy divertidos.
Recuerdo cuando apareciste como opinadora (o lo que fuera) en ‘El Debate de GH’ de ya no recuerdo qué edición… ¿Cómo llegaste ahí? A veces tu cara de horror era un poema. Eso cuando tus «compañeros» permitían que unas migajas de cámara o audio llegaran hasta ti… ¿Qué mundillo, no?
Horrible. Yo no valgo para eso. Hasta Jorge Javier [Vázquez] me enviaba whatsapps y me decía «¡habla más!». Pero se me da mal interrumpir, gritar… Me parecería muy violento decir algo negativo de alguien y luego irme de copas con él como si nada. La gente y el ambiente me resultaba muy agresivo. Pero sólo a mí. Los demás no lo veían así. Normalmente yo soy la guionista que arenga a los personajes, pero verlo desde el otro lado no me gustó demasiado y me hizo plantearme muchas cosas. Eso siempre mola.
Se intuía que lo pasabas mal, sí. O sea, que nunca más, ¿no?
Bueno, luego he hecho otras cosas delante de la cámara, pero de forma más sosegada.
¿Salvo que vuelva ‘La Clave’, quizá? ¿Te imaginas? ‘La Clave’ solo con mujeres…
Me encantaría. Y fumando, claro.
Sí, sí… Y whisquito…
Molaría mucho. Las mujeres suelen llevar el peso narrativo en un reality.
Ahora que lo pienso, la mojigatería y la corrección política harían que eso fuera imposible hoy, ¿verdad? ¿Crees que la autocensura es uno de los males de la tele hoy? Bueno, de la tele y de la vida, en realidad…
La censura, sin «auto». Hay una muy mal entendida corrección política, que silencia la crítica sana hacia el de arriba, y promueve la crítica al de abajo. Yo un buen día creé y firmé un documento en el que me declaré insumisa a hablar de la Casa Real en televisión. Porque no me dejaban expresarme con sinceridad. Y ni siquiera iba a decir algo en contra. Tenía que hacer un vídeo meramente descriptivo, y me prohibían palabras y expresiones. Pues miren ustedes, no.
«El clasismo nos inunda de tal modo que ni lo sabemos detectar ya»
O sea, que la libertad de expresión se pone en cuestión cuando toca…
Una cosa es la libertad de expresión, un sano ejercicio democrático. Otra muy distinta es ampararse en tal derecho para proferir un daño a terceros faltando a la verdad. Y ahí sí que hay flagrantes casos de machismo, homofobia, racismo y sobre todo clasismo. El clasismo nos inunda de tal modo que ni lo sabemos detectar ya.
¿Más clasismo que machismo? ¿De verdad?
El machismo es un tipo de clasismo. Al final siempre es lo mismo: un sistema que privilegia al que ya está arriba. Y por tanto ningunea al de abajo.
¿Supongo que en el ámbito televisivo el paternalismo es aún peor que en la música o todo lo contrario?
¿Sabes qué pasa? La TV está dominada por gays, y yo soy un maricón con coño. [Risas] Pero sí, hay una jerarquía donde el varón hetero está por encima, asciende antes, cobra más y trabaja menos.
¿Y en los contenidos? ¿Esa mano que todo lo puede también aplica el pollacentrismo o manda más la pasta?
Preocupan las audiencias. Y a partir de ahí, se teje todo.
En tu larga carrera en la tele, ¿de qué proyecto estás más orgullosa?
Orgullosa, de un reality que se llamaba ‘Ven a cenar conmigo’, que se emitió durante un año en Antena 3. Me siento orgullosa porque era un reality muy completo. Tenía varios elementos que me fascinan. Una voz en off que decía todo lo que le escribíamos las guionistas, y era una auténtica ida de olla: gente pugnando por un menú, una casa, una presentación… Desconocidos que se juntan para cenar y juzgarse… Es maravilloso todo. Se ve la realidad humana en toda su crudeza, la lucha por el estatus, que es al fin y al cabo lo que mueve el mundo ahora mismo.
«Me llamó un amigo para ofrecerme un puesto de redactora en ‘Sálvame’. Me parecía lo peor, pero lo acepté, claro. Fue toda una cura de humildad»
¿Y de qué programa te llevaste la mejor enseñanza?
El programa en el que más aprendí es ‘Sálvame’. Yo vivía una situación muy difícil personal. Sufrí un profundo bache económico y me vi totalmente sola, con dos hijos que sacar adelante y sin trabajo. Siempre había tenido buenos trabajos y buenos sueldos, y de pronto me vi arruinada, sin apenas amigos, sola y angustiada pensando cómo iba a salir adelante. Me llamó un amigo para ofrecerme un puesto de redactora en ‘Sálvame’. Me parecía lo peor, pero lo acepté, claro. Fue toda una cura de humildad.
El primer día, al llegar me pidieron que minutara unas imágenes de María José Campanario caminando por la calle. Y yo recuerdo ir transcribiendo: «11:02, Mª Jose pone cara de perro», «11:03, acelera un poco el paso»… y pensar «Toda una vida estudiando para terminar escribiendo lo que hace esta señora». Aprendí muchísimo. De narrativa televisiva, de entretenimiento, de cebar contenidos, de cómo influye la forma de contar algo para percibir exactamente lo que nos importa… Aprendí a manejar la ironía, y mis compañeros de trabajo resultaron ser excepcionales. Aprendí mucho de ellos también. El sueldo era bajo, pero gracias a ‘Sálvame’, yo salí adelante, fortalecida, con ganas de hacer cosas.
Pues es una historia bonita. Como experta en realities, ¿tienes un favorito histórico, aunque sea alguna temporada en concreto?
Hombre, qué pregunta… Por supuesto, ‘Confianza Ciega‘.
Para muchos, EL reality. ¿Crees que a día de hoy funcionaría mejor?
No. Es muy hijo de su tiempo, tiene una inocencia maravillosa.
¿Crees que ha llegado la decadencia del reality? Lo pregunto porque el público parece empezar a dar la espalda a ‘Gran Hermano’, el rey del formato en nuestro país.
Decadencia no, simplemente algunos no han evolucionado mucho y se tiende a la uniformidad, a la estandarización. En realidad no se explotan nuevas vías por miedo, pero se podrían hacer tantos realities maravillosos…
¿Y qué opinas sobre la nueva edad dorada de las series televisivas? ¿Crees que pasará o es la nueva manera de ver televisión?
No, no pasará. La ficción es maravillosa siempre. Aunque la mayoría me resultan lentas y estereotipadas. Pero los hábitos de consumo televisivo son como cualesquiera otros. Hay una minoría (influencers, odio la palabra) que determinan hacia dónde irá el consumo y establecen pautas. Pero así como en la moda o en las bebidas alcohólicas hay mucha literatura al respecto, en televisión, pese a que hay dinero para invertir y estudiar, apenas hay preocupación por los derroteros de la industria, al menos en España.
Tenemos casos tan paradójicos como ‘El Ministerio del Tiempo‘, una ficción más que digna, con sus claroscuros, sí, pero de correcta factura, que funcionaba y que tenía audiencia, y que se ha paralizado porque sí. [Y es] Básicamente, porque las decisiones de esta índole corren a cargo de gente que no tiene ni idea de lo que tiene entre manos, ni de cómo manejar el prestigio ni las tendencias televisivas. Todo es política, todo se mide en términos de rentabilidad (sólo económica) y a corto plazo.
Es lo que decías al principio, que hay un conservadurismo atroz en las altas esferas y muy poca osadía, no?
Total. Hay miedo, vivimos en la cultura del miedo. Y tanto en lo profesional, como en lo artístico, y lo personal, hay que asumir riesgos. Es la gracia de la vida, es la forma de avanzar.
«‘Paquita Salas’ está fenomenal, (…) evidentemente tiene más calidad que la mayoría de las series nacionales»
Y luego está la realidad paralela de Internet, fenómenos hechos con relativamente poco dinero pero mucho ingenio, como ‘Paquita Salas’… ¿Crees que llegará el día que salte a los televisores o solo tiene sentido así, como una realidad paralela?
‘Paquita Salas‘ está fenomenal, es un ejemplo maravilloso de «Voy a hacer lo que me salga del coño», y evidentemente tiene más calidad que la mayoría de las series nacionales. Llegará el día, sí, y si no es Paquita, será algo parecido. La calidad termina por imponerse y volverse mainstream, es el ciclo natural.
Pero, es evidente que Youtube es la nueva televisión para una nueva generación. ¿Llegará el día en que la televisión como la conocemos desaparezca?
Está en peligro de extinción ya. Mis hijos no ven la tele. Yo apenas la veo.
Será lo que la radio es a nuestros padres y o abuelos con respecto a nosotros, claro.
Sí, es el mismo ejemplo. La TV quedará relegada a un medio romántico y antiguo.
¿Un icono televisivo actual, que te flipe en este momento?
Mmm… ¿icono? Estamos en la era de la desmitificación. No hay iconos, son todos muy terrenos y humanos, y eso es lo que mola.
¿Y un icono histórico, uno de esos animales que te flipe ver en pantalla?
Me encanta Bárbara Rey, tiene eso tan indefinible que es carisma. Me encantaría hacerle un reality. Consigue captar la atención, hacer interesante lo que a priori no lo es. Y eso me fascina. Le ocurre también a Belén Esteban, y tiene mucho que ver con el lenguaje no verbal, con la sincronía entre los gestos y la palabra. Tanto Rey como Esteban no pueden mentir a la cámara, y amplifican su discurso hasta el infinito. Esta cualidad es la más valorada por los políticos, pero no se puede trabajar ni impostar. Se tiene o no se tiene.
Yo he montado muchos vídeos de Belén Esteban, y es alucinante cómo modula el tono de voz, cómo empieza diciendo «de esto no quiero hablar», y entonces su mirada dice que está buscando en su cerebro, y es incapaz de callarse o de disimular. Y elabora todo un discurso ascendente, explica fenomenal todo, hasta que hace una pausa dramática, respira, y entonces suelta la frase, una frase que resume, que es un titular en sí misma. Ojo, que no estoy diciendo que hable bien, ni que me caiga bien. Esto es muy diferente, hablo de gente súper dotada para la comunicación. Cuando aparece Bárbara Rey me quedo pegada a la pantalla. El discurso de su voz concuerda con el de su cuerpo. Microgestos que dan credibilidad a lo que dice.