Un refugio luminosamente pop, de melodías claras y precisas. Como es habitual en ella, las canciones se construyen simplemente con su guitarra. Sigue sin haber bajo ni batería; alguna pandereta ocasional como mucho. Una fórmula sencilla pero certera, que esta vez deja bastante de lado el rockabilly y el blues (con excepción de la vivaracha ‘Rueda conmigo’), aunque su pulsión country se siente en los microtemas instrumentales que abren y cierran el disco, ‘Telepatía’ y ‘Hellinge’. Si en ‘Vigila el fuego’, su último disco de composiciones propias, la producción de Hidrogenesse se hacía patente (especialmente en los arreglos), aquí las colaboraciones son esporádicas pero determinantes: los teclados de Hugo Sierra dan brillo a ‘Bolleras como tú’ y ‘Quién puede arreglar’, que también cuenta con la presencia (espectacular) de Teresa Iturrioz.
Pero no sólo hay un sutil cambio en la música que envuelve las canciones. También la temática es algo diferente. El western y la fábula recorrían ‘Vigilia el fuego’, pero aquí las historias se quedan en una esfera íntima y cotidiana. Lidia desgrana con pasión unas letras rebosantes de crónica sentimental y anhelos, desde la pulsión sensual de la pizpireta ‘Teléfono’ («quiero ser tu teléfono, pasar el día metida en el bolsillo de tu pantalón»), a la divertida, deslenguada y, a la vez, nostálgica ‘Bolleras como tú’, relato (en menos de dos minutos) de frustración y amor no consumado, con un estribillo tan cautivador que esperas que, por favor, se vuelva a repetir.
El registro emotivo sigue en ‘Cambiábamos la historia’, arrebatada narración sobre amistades/enamoramientos adolescentes furibundos y efímeros. ‘Mi guitarra’ conmueve simplemente a base de inflexiones de voz y melodía. Y la emoción culmina en ‘Quién puede arreglar’. Entre la Julieta Venegas de ‘Los momentos’ y los New Order más luminosos, es una de las canciones más bonitas de este 2016. No todo es melancolía en ‘Telepatía’ por eso. Lidia no se olvida de atizar y nos regala ‘La caja’, una canción protesta que es una joya; un alegato en contra del patriarcado que, en estos tiempos de neomachismo que no sólo denigra la realidad de la violencia contra las mujeres sino que encima pretende que comulguemos con sus ruedas de molino, es absolutamente necesaria.
Insisto, por tanto, en mi arrebato inicial. Lidia Damunt ha fabricado en cuatro días (literal: es lo que tardó en grabarlo) su mejor obra. Un disco cortito, sencillo, sentimental, agridulce nostálgico y vital. Un disco-amigo. Una pequeña maravilla.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘La caja’, ‘Bolleras como tú’, ‘Cambiábamos la historia’, ‘Quién puede arreglar’
Te gustará si te gusta: Julieta Venegas, Single, Espanto.
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