Cine

‘Solo el fin del mundo’: hablando (no) se entiende la gente

‘Home Is Where It Hurts’. Pues sí, el hogar puede doler, y parece que a Xavier Dolan también le duelen las críticas, especialmente las de cierto tipo: «¿quién coño se cree esta persona que es?», se quejaba de una review de The Playlist. «¿Cómo puede pensar que conoce mi vida personal? Esto no es periodismo, es cotilleo. Es fingir ser un análisis sofisticado cuando en realidad no es más que psicología barata». Aunque no le falta razón, la actitud del realizador respecto al que es el recibimiento más dividido que ha recibido una película suya le ha podido jugar en contra, ya que se ha percibido como una pataleta. Pero, ¿qué es ‘Solo el fin del mundo (Juste la fin du monde)’? ¿Un absoluto desastre o una incomprendida obra maestra? Ni una cosa ni la otra.

Una de las cosas que Dolan sabe hacer mejor es crear momentos musicales en sus películas, seleccionando la canción adecuada para ellos y aplicándose mucho en el montaje para que la canción no solo “adorne” la escena, sino que sea parte fundamental de ella, incluso expresando algo que la secuencia per se no haría. En este sentido, se ha asegurado de atar bien ‘Solo el fin del mundo’, puesto que tanto el inicio a ritmo de la mencionada canción de Camille como el final con ‘Natural Blues’ de Moby consiguen introducirnos en el mundo de esa familia, y especialmente de ese hijo pródigo. De hecho, mientras Vera Hall canta “oh Lordy, trouble so hard” tenemos una extraña sensación: es como si acabásemos de ver una película más profunda de lo que realmente hemos sentido que era durante el metraje. ¿Puede que lo que nos querían trasmitir haya sido eclipsado por esos gritos constantes de los personajes? Es, sin duda, la principal crítica que se le ha hecho a la película: que es excesiva, molesta, «difícil de ver».

El director de ‘Les amours imaginaires’ ya ha explorado anteriormente las relaciones familiares y la incomunicación, especialmente en ‘Yo maté a mi madre’ (2009) y ‘Mommy’ (2014), pero es en este film donde decide ir a por todas con la incomunicación. Los personajes no paran de hablar durante toda la película, intentando rellenar también cualquier silencio incómodo, y de hecho esa verborrea que raya en el histerismo cada vez que hay una discusión (y hay muchas) es la culpable de esa crítica general sobre lo irritante y “difícil de ver” que es. Los personajes no paran de hablar, pero… ¿qué dicen? ¿Se dicen algo realmente importante? ¿Se dicen lo que realmente quieren decirse? Esto se aplica sobre todo a un personaje, el de Louis, que es quien en principio quería decir algo y, sin embargo, es el más callado. «Xavier pensaba que yo iba a estar decepcionado por los pocos diálogos que tengo, pero mi reacción fue la contraria», comentaba Gaspard Ulliel en una entrevista, y esto se entiende viendo lo bien que ha jugado el actor francés con los silencios de su personaje, algo que también vemos en Marion Cotillard. Menos destacables son las interpretaciones de Léa Seydoux, Nathalie Baye y Vincent Cassel, pero uno no termina de estar seguro de si realmente lo hacen peor, o si lo excesivo de sus personajes (sobre todo en el caso de Cassel) es algo buscado.

La película es, como ‘Tom à la ferme’, una adaptación de una obra de teatro (parece que es mejor cuando tiene mayor libertad creativa), y la limitación espaciotemporal de la obra, junto al ya descrito comportamiento de los personajes, contribuye a agotarnos, por lo que se agradecen ciertas escenas que parecen servir de respiro, como el entrañable momento en la cocina con el improbable uso de ‘Dragostea Din Tei’ o la nostalgia que evocan los momentos con Grimes, Blink-182 (!) y, sobre todo, el flashback a su adolescencia.

Aquí no hay experimentos a nivel técnico como en ‘Mommy’ o ‘Laurence Anyways’, pero, ¿y si el “experimento” es precisamente esa incomodidad buscada, esa frustración que se siente durante gran parte de la película, sobre todo al final, que quizás busca reflejar la frustración al no ser capaz de comunicarnos ni siquiera con nuestros supuestos seres más queridos? “Esta es una película sobre gente diciendo todo lo que es inútil y estúpido y perdiéndose lo esencial”, dice el canadiense, que ha ganado el Gran Premio del Jurado en Cannes este año.

En conclusión, sea un experimento fallido o cumpla realmente con su propósito, ‘Solo el fin del mundo’ puede ser una obra menor de Dolan, pero desde luego es interesante y recomendable, y nos hace preguntarnos qué será capaz de hacer con gente como Jessica Chastain, Kathy Bates, Susan Sarandon, Natalie Portman o Thandie Newton (finalmente, aclaró que el rumor de Adele era falso) en ‘The Death and Life of John F. Donovan’, su próximo proyecto. 7.

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Publicado por
Pablo Tocino