Eno, pionero de la música ambiental, ha comparado la experiencia de la música generativa con la jardinería. «[Con la música generativa] plantas las semillas y las riegas continuamente hasta que das con un jardín que te gusta», ha dicho. Aunque falta mucho para que el formato digital venza definitivamente al CD y al vinilo como plataforma única de consumo de música en todo el mundo (ya lo ha hecho en el mercado más importante, Estados Unidos), con estas apps Eno y Chilvers podrían haber hallado lo más parecido al álbum del futuro, uno que anula completamente la idea de «álbum» cerrado y abre puertas al «río de música» (concepto empleado por el propio Eno) infinito, mutante e interactivo.
Pero no hay que viajar al futuro para ver que la app ya es un formato de álbum viable y explorado por varios artistas. En 2011, Björk editó ‘Biophilia’ junto a una app interactiva para iPhone y iPad a través de la cual los usuarios pueden controlar los arreglos de las canciones del disco, componer y grabar sus propias versiones, acceder a sus partituras o jugar. En 2013, Lady Gaga publicó su propia app para ‘ARTPOP’ (ya descatalogada), que ofrecía opciones similares. Ese mismo año, Paul McCartney reeditó cinco de sus discos en solitario en formato app para iTunes con audio remasterizado, entrevistas, vídeos y arte gráfico.
Es ahí donde parece que reside el potencial de la app como formato de álbum. Mientras el streaming se consolida como el primer formato de escucha de música para la gente por su comodidad, la app podría solventar sus carencias, como ofrecer más calidad de audio, acceso a letras y créditos o incluso videojuegos y otras opciones interactivas sin necesidad de apoyarse en una edición física o digital -también limitada, si bien cómoda- como la de iTunes. Por supuesto, esto no parece una opción ahora mismo, pues ningún teléfono móvil dispone de la capacidad suficiente para almacenar una discoteca de «album apps» decente, pero es una posibilidad.
Pero existen otros motivos por los que la app es un formato de álbum viable y estos tienen que ver con la piratería. En su estudio para ASARP, Jonathan Shakhovskoy y Rob Toulson escriben
que la app es un «método atractivo para la edición de música pues es relativamente seguro», pues «una vez que sea crea la app esta no puede manipularse y se asegura, así, que el artefacto original es exactamente el mismo que ha comprado el consumidor». «También es mucho más difícil piratear y distribuir copias no autorizadas de apps», continúa. El mismo estudio plantea la dificultad de que las apps fueran reconocidas en las listas de éxitos, pero este no parece un problema irresoluble en principio.El músico noruego Jarle Bernhoft ha sido uno de los primeros artistas en explotar la app como formato de álbum para su tercer disco, ‘Islander’ -que fue nominado a un Grammy- de la manera más parecida a lo que propone este estudio. En 2014, Bernhoft editó este álbum en formato app para iPhone y iPad con audio en alta calidad, vídeos 3D, imágenes e incluso una «opción de estudio» interactiva a través de la cual los usuarios pueden remezclar las canciones del álbum a su antojo. Ese mismo año, Frànçois and the Atlas Mountains publicaron un «album app» parecido, ‘Piano Ombre’, con letras, créditos, imágenes y gráficos en alta calidad e incluso descartes y cara b.
Toda novedad pionera, sin embargo, corre el riesgo de ser ignorada por el público. El Guincho llegó tan lejos de publicar su último disco, ‘Hiperasia’, no a través de una app para dispositivos móviles tipo iPhone sino a través de una pulsera y de una sudadera (!) que daba a sus fans acceso a un universo virtual con el disco, vídeos y material extra como canciones inéditas bastante antes de que el álbum apareciera oficialmente en las plataformas de streaming. No parece que la idea calara entre el público. ¿Era esta revolucionaria y avanzada a su tiempo o simplemente inviable?
Al tiempo que atendemos a la inevitable muerte del CD, plataformas como Tidal o Pono intentan salvaguardar la calidad de audio en sacrificio del formato físico. A su vez, otros músicos se suman a la idea de música generativa de Brian Eno, como Loscil, el proyecto ambient de Scott Morgan (batería de Destroyer), que el pasado noviembre editaba ‘Adrift’, un EP de cuatro pistas interactivo para móviles cuya música muta a cada reproducción. Sin duda, el futuro del álbum tal y como lo conocemos hoy es incierto y parece que está abocado a cambios fundamentales. Uno de ellos podría ser el de establecer un puente entre la intransferible experiencia de escucha que ofrece el moribundo formato físico y la comodidad de un formato a su vez lleno de carencias como el streaming. Y este papel podría estar en manos de la app.