Aquel reportaje de David Brunat se titula “La miseria de ser becario de Adrià, Muñoz o Berasategui: 16 horas a palos y sin cobrar”, y su preámbulo dice “Las cocinas de los restaurantes Michelin está plagadas de aprendices que aceptan jornadas ilegales en las que apenas comen ni duermen a cambio de hacer currículo con los mejores”. Ante estas afirmaciones, Cruz ha salido al paso defendiendo el carácter didáctico de esos empleos.
«Me molesta que se hable del trabajo del ‘stagier’ como algo negativo, como si fuera un abuso o una mala práctica. (…) Estás aprendiendo de los mejores en un ambiente real, no te está costando un duro y te dan alojamiento y comida. Es un privilegio. Imagínate cuánto dinero te costaría eso en un máster en otro sector», argumenta el chef del prestigioso restaurante Abac. Sin embargo, al ampliar su reflexión aseguraba «Un restaurante Michelin es un negocio que, si toda la gente en cocina estuviera en plantilla, no sería viable. Tener aprendices no significa que me quiera ahorrar costes de personal, sino que para ofrecer un servicio de excelencia necesito muchas manos. Podría tener solo a 12 cocineros contratados y el servicio sería excelente, pero si puedo tener a 20, será incluso mejor. Las dos partes ganan. Es un ‘tú me das tus manos y yo te enseño”.
A partir de ahí, Cruz se ha convertido en trending topic al ser objeto de las iras de numerosas voces que le recriminaban la justificación de unas condiciones laborales que comparaban con la esclavitud. A esas reacciones Cruz no ha permanecido impasible y se ha reafirmado en ello en varios tuits: “Me parece increíble que algunos llamen «Esclavos» a estudiantes con convenio que deciden formarse en mi cocina.No me insultáis a mi…”.