Televisión

¿Tenemos que creernos que el insulto machista de Risto Mejide fue espontáneo?

En las últimas horas se está hablando mucho de ‘All you need is love… o no’, un programa de Mediaset que obviamente pretende explotar la jugosa veta de audiencia que el grupo audiovisual ha reencontrado gracias a ‘First Dates’. Este, estrenado anoche en Telecinco, es una especie de actualización de aquel ‘Lo que necesitas es amor’ que presentaba Jesús Puente en los 90, yendo de aquí para allá con su famosa caravana del amor.

Aquí también hay una caravana, que va por los rincones de la piel de toro (ya que esto va de lugares comunes…) buscando historias de amor correspondidas… o no, con cámaras ocultas, flashmobs dedicados, pruebas de confianza y algún momento de emotividad forzada (trajeron desde Siria a la madre de un guapo modelo, a la que hacía cuatro años que no veía), para dar un concepto del amor bastante arcaico y resobado. Muy al contrario que en ‘First Dates’, cuya mayor virtud es que no se juzga la actitud de los que acuden a su restaurante a encontrar una pareja (o al menos cinco minutos de fama, en su defecto), en el plató de ‘All you need is love… o no’ (en serio el titulito…) un comité de expertos como David Guapo, Irene Junquera y América Valenzuela se mofan o enternecen con los invitados.

Al frente de ellos, Risto Mejide, conocido, además de por sus ácidos comentarios en talent-shows diversos, por airear a los cuatro vientos (siempre más de lo deseable) su relación con Laura Escanes. Imaginamos que eso le valida como “experto”, supuestamente. La cuestión es que el “experto” es hoy noticia porque en este primer programa de ‘AYNIL… ON’ (a la mierda) dedicó un bochornoso insulto machista a una de las invitadas. “A esto en mi pueblo se le llama ser una calientapollas

”, dijo de una chica de la que estaba enamorada, no de forma recíproca, su compañero de piso (el vídeo que puede verse en la web de Telecinco omite esa parte). Al parecer su merece ese calificativo porque permitía que él le cogiera la mano cuando veían una película juntos en el sofá. Lo más triste, en cambio, es lo divertido que le pareció su exabrupto a la caterva que se sentaba junto a él en la mesilla de debate, sin el más mínimo atisbo de disconformidad (recordemos que dos mujeres se sentaban a su lado).

Twitter se echó encima de Mejide con toda la razón y hoy diversos medios generalistas se hacen eco del incidente que enfadó a tanta gente. Pero se nos está escapando un detalle: Mejide es un reconocido publicista. ¿Acaso tenemos que pensarnos que semejante exabrupto no estaba del todo meditado? ¿Presto para que, precisamente, todos estemos hoy hablando de ello y, en fin, de su programa? Ni siquiera se plantea disculparse y no se ha justificado diciendo que fue ecuánime, puesto que también insultó al chico (al que llamó pagafantas): su respuesta es que la próxima semana llevará al programa a un calientabragas (sic). No hay problema: la audiencia se sentará a contemplar cuál es el próximo insulto dedicado de este “experto” en marketing. Pero, ¿hasta cuándo?

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Publicado por
Raúl Guillén