La historia de su publicación tiene algo de novelesco. En 1957, la periodista estadounidense de ascendencia germana Verna B. Carleton (1914-1967) realizó un viaje a Berlín junto a su amiga íntima Gisèle Freund. La célebre fotógrafa había tenido que huir de su ciudad natal en 1933 por su origen judío y militancia antifascista. Nacionalizada francesa, sentía un enorme rencor hacia Alemania, pero no podía olvidar, aunque los nazis dijeran lo contrario, que ella era alemana. Muchos de sus recuerdos seguían allí. La visión de ese Berlín de posguerra, dividido en dos, con los efectos de los bombardeos todavía visibles pero en plena reconstrucción, resultó muy reveladora para las dos amigas. Inspirada por el viaje, Carleton escribió su primera novela: ‘Regreso a Berlín’.
El libro se publicó en 1959. Aunque en su momento tuvo un amplio reconocimiento, fue poco a poco cayendo en el olvido. Recientemente, una historiadora que trabajaba para la editorial alemana Aufbau Verlag descubrió por casualidad la novela en una oscura biblioteca y se propuso recuperarla. Pero había un problema: ¿quién era V.B. Carleton, como aparecía firmado el libro? Sin saber si era hombre o mujer, comenzó a investigar hasta dar con su hija, que vive en México. Tras entrevistarse con ella supo que esa enigmática V era la inicial de Verna, una periodista que se había casado con un médico mexicano y había frecuentado los círculos artísticos de la época. Entre sus amigos se contaban el matrimonio Frida Kahlo y Diego Rivera (que fueron testigos de su boda), y escritores exiliados como Anna Seghers o Walter Benjamin.
‘Regreso a Berlín’ se puede leer casi como una continuación de ‘Tú no eres como otras madres’. La historia está ambientada en los años cincuenta. La narradora, un alter ego de la autora, es una periodista estadounidense que entabla amistad con un matrimonio británico durante un viaje en barco desde el Caribe a Europa. Tras largos días de travesía, incluyendo una escala en La Coruña (“el pueblo español estaba cansado de que lo gobernasen unos líderes ineptos, deshonestos y absolutamente incompetentes”), decidirán ir juntos a visitar Berlín. Allí serán testigos de la destrucción de Alemania, pero también de cómo se está forjando su publicitado “milagro económico”.
La novela está estructurada por medio de extensas escenas dialogadas, de brillantes conversaciones que, poco a poco, van desentrañando un misterio y en las que se pone de manifiesto el clima político y moral del país visto desde diferentes ángulos. Las tensiones entre los exiliados y los que se quedaron, y entre las viejas y nuevas generaciones, son demasiado fuertes como para permitir que las heridas cicatricen. Temas como la pervivencia del antisemitismo, el fracaso de la desnazificación, la amnesia colectiva o la amenaza de una nueva guerra con la Unión Soviética son mezclados por la autora con la habilidad de unos The Avalanches. Aunque a veces su presencia como narradora resulte algo forzada en la trama, su descripción de un país donde coexisten los escombros y los rascacielos, las víctimas y los verdugos, el capitalismo y el comunismo, es tan poderosa que uno se olvida de ese artificio narrativo como muchos alemanes se olvidaron de su pasado nazi. 8,5.