Un tema que vuelve una y otra vez en un trabajo que logra ser conceptual sin resultar espeso ni forzado. ‘Stone’ comienza diciendo: «Dicen que cada pecado tendrá mil ojos mirando a tontos culpables, de mentalidad culpable». Después recuerda que «las plantas florecieron porque sabían que el pecado del amante no está hecho ni de papel ni de cuerda», mientras el estribillo suplica: «¿podría estar yo hecha de piedra?». La siguiente pista, ‘Trojan Horses’ también se queja: «mis desnudos huesos están hechos de cristal», inmediatamente antes de que aparezca el mismísimo corte titular ‘Citizen of Glass’. La pista final, ‘Mary’, incluye la frase «sé testigo de mi vergüenza».
Cuenta Agnes Obel que llegó a dar con esta temática leyendo Der Spiegel tras la muerte de su padre en 2014. Un pianista de jazz que hubo de dejar su vocación por su trabajo y al que Obel siente que debe todo. Esa fragilidad del «ciudadano de cristal», probablemente la misma que sintió tras el fallecimiento de su progenitor, se refleja también en la cuidada instrumentación del disco, en el que conviven el piano y las cuerdas habituales con otros elementos como un gigantesco Trautonium recreado al modo en que se construía en los años 20, y su propia voz distorsionada como respuesta a sí misma abriendo la vía de las interpretaciones en ‘Familiar’.
El resultado es un gran disco de folk muy mimado que podemos vincular con otros artistas como Ölof Arnalds, Marissa Nadler, Lou Rhodes o Patrick Wolf, con momentos muy Alison Goldfrapp en cuanto a timbre, algo muy evidente en los primeros segundos de ‘Familiar’, ‘Citizen of Glass’ y ‘Golden Green’, en las que Obel parece no haber esquivado ‘Felt Mountain‘ como disco de cabecera. Sin embargo, sus inquietudes van más allá, suele citar a Debussy, Lee Hazlewood y a los Walker Brothers como influencia y el carácter cinematográfico de su música no es una simple curiosidad. Hay dos pistas instrumentales en el álbum y, si bien ‘Grasshopper’ es más anecdótica, ‘Red Virgin Soil’ es una canción digna del mejor Alberto Iglesias.
En ocasiones oscura, en ocasiones ensoñadora, Agnes Obel deslumbra especialmente cuando combina las dos cosas. Sucede en la estupenda ‘It’s Happening Again’, un tema de letra pesadillesca en la que el pasado es una sombra asediante que nos impide ver el futuro («I swear it is true / The past isn’t dead / It’s alive, it is happening / In the back of my head»), pero en el que existe un pequeño reducto para la esperanza («And for a brief moment / We could stop the time»). «Me digo a mí misma que quiero esconderme» es una de las frases de otro de los temas fundamentales, ‘Trojan Horses’, en el que Obel parece ajena a una gran verdad: el reconfortante refugio que ofrecen sus propias composiciones.
Agnes Obel actúa este jueves 22 de junio en Barcelona y el viernes 23 en Madrid. Entradas, en Ticketea.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘It’s Happening Again’, ‘Trojan Horses’, ‘Stone’, ‘Familiar’
Te gustará si te gustan: Marissa Nadler, Alison Goldfrapp, Patrick Wolf, Leonard Cohen
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