El texto parece en principio un manifiesto a favor de la celebración del referéndum, pero se posiciona rápidamente también a favor de la independencia, por ejemplo a través de alusiones a la libertad y a una posible república catalana que se conseguiría con la participación ciudadana en la votación del 1 de octubre. Se firma “por la democracia, por nuestra condición de sujeto político soberano, por la libertad, por la confianza responsable en el futuro propio y por el voto decidido y desacomplejado de la cultura y por la cultura”. Se defiende que la cultura sea “el nervio y la sangre de la República”.
En el resto del texto se alude claramente a un “proyecto de país” que tendría la cultura como herramienta principal de formación. “La extraordinaria complejidad y diversidad de la cultura catalana de hoy en día, así como la flexibilidad y voluntad inclusiva que la caracterizan, inspiran su adaptación a los retos de la globalización”, lee un fragmento. “Y es esta condición actual, abierta y concreta de nuestra cultura la que reivindicamos como punto de partida para repensar la sociedad que compartimos”.
El texto continúa: “La cultura es una fuente inexorable de recursos para orientar el proyecto de país y transformaciones sociales que deberán acompañarlo. La cultura es el factor capital que puede calificar la acción política y humanizar los objetivos de la economía. La cultura es el espacio que hace posible la conformación de la mirada crítica, de la opinión informada y de la participación responsable y comprometida en el debate público. Estar más informados y ser más cultos nos hará más competentes. Ser más capaces, individualmente y colectivamente, de otorgar sentido a los estímulos constantes que nuestra realidad nos proporciona, nos hará más libres”.