Música

¿De verdad no debe la prensa musical cuestionar a los artistas y sus fracasos?

Kate Nash, recordada sobre todo por su disco de 2007 ‘Made of Bricks’, que incluía el mini hit ‘Foundations’, está muy enfadada porque Buzzfeed la ha incluido en una lista llamada «33 cantantes que sólo existen en la memoria de los millennials británicos». El top es una clasificación de, en general, gente que un día tuvo algún tipo de éxito pero ya no, e incluye tanto one hit wonders como artistas que no han repetido el triunfo de su pasado tanto en lo comercial como en lo artístico y otros que, ciertamente, diría que «sólo existen en la memoria de los millennials británicos».

La lista incluye a gente como 5five, Little Boots, La Roux, Estelle, Katie Melua o Rachel Stevens. Kate Nash, que ha sacado un EP este año y ha aparecido en la serie de Netflix ‘GLOW’, ha acudido a Twitter para expresar su cabreo. NME recopila algunos de sus interesantes tuits, en los que indica que ella sigue apareciendo en los medios con frecuencia y que precisamente eso le ha dado fuerza para enfrentarse a Buzzfeed. «Tengo enormes problemas con el modo en que la industria predispone a los artistas. Se trata de una carrera difícil de mantener. Creo que es importante no ridiculizar a los artistas que han sido echados de los sellos o ya no están en las listas. La mayoría de los artistas y yo luchamos para ser capaces de seguir adelante, muchos tienen que dejarlo y esto es triste porque el jodido arte importa. Así que jódete por reírte de artistas independientes. Lo siento pero para mí no es una broma».

La cantante ha hecho hincapié en que ahora se encuentra bien, pero insiste en que «durante estos 10 años ha habido muchas veces en que mentalmente, financieramente, emocionalmente o físicamente» no ha estado bien. «Y durante estos tiempos de mierda algo como esta lista podría haberme destrozado seriamente. Y quizá alguien en esa lista lo está pasando como la mierda».

Antes de que llegara la sangre al río, un portavoz de BuzzFeed ha enviado un comunicado indicando: «Nos encanta Kate Nash y realmente queríamos ser como ella. Muchos posts de BuzzFeed evocan la nostalgia hacia las cosas que nos encantan y este era uno de ellos, definitivamente no está hecho para ser tomado de manera literal. Le deseamos lo mejor a Kate».

El texto de Kate Nash es una reflexión más sobre los juguetes rotos que deja la monstruosa industria musical, en la que un día eres lo máximo y a los quince días nadie te recuerda; los contrastes entre la adoración y la sobreexposición de los años buenos y el olvido generalizado al poco; y por supuesto todo lo que ello conlleva a nivel económico y psicológico. Lo normal es que un artista en el mundo del pop-rock despunte muy joven, cuando evidentemente no está asentado, como ella dice, «mentalmente, financieramente, emocionalmente o físicamente». Y que más pronto que tarde se encuentre en la ruina. El porcentaje de quienes llegan a la edad de jubilación conservando a su público es desolador.

No defenderé el artículo de BuzzFeed, una broma improvisada en la que curiosamente se castiga a las artistas femeninas de música pop (como si no hubiera habido grupos de rock que nadie recuerda, y one hit wonders masculinos que ídem, por citar un par de nombres no aparecen ni Frankmuzik ni The Bravery), y digo curiosamente porque sus autoras son dos mujeres. Sin embargo, frente a la sensatez de algunas de las palabras de Kate Nash, como la poca delicadeza con la que a menudo apuntamos a los fracasos de los demás, hay que hablar una vez más de las dificultades de la prensa musical para hablar mal de ciertos artistas sin que el público o los propios artistas lo perciban como clickbait, sensacionalismo o «haterismo».

No comparto la crítica de Pitchfork hacia el último disco de Ed Sheeran, porque creo que en algún lugar de la cabeza de este hay un buen compositor y un artista por encima de la media. Pero no es saludable que Jessie Ware piense que es «mezquino» que este medio puntuara ‘Divide’ de Ed Sheeran con menos de un 3/10. «Es mezquino y lo sabéis, para eso no lo reseñéis», increpó al medio americano durante una charla reciente. Sería interesante hablar de por qué las críticas a Sheeran son más favorables en su país que en Estados Unidos, cuán underground es el background de la persona que realizó aquella crítica, por qué Sheeran no era reseñado por este medio y ahora sí, o a qué target se dirigía esa crítica… ¿pero de verdad es «mezquino» publicar una reseña negativa de un disco como las que leemos a diario sobre cine? ¿Es que en el cine no trabajan personas que tengan que enfrentarse a diario al éxito y al fracaso? ¿En serio Jessie Ware nunca ha consultado una crítica de cine para decidir si ver una película o no y considera saludable leer solo críticas positivas? ¿Por qué se puede decir que una película ha decepcionado en taquilla pero no que un disco ha sido un fracaso?

De la misma manera que los políticos de todo el mundo se enfrentan al examen de los analistas políticos, un futbolista que hace un mal partido se enfrenta a la prensa deportiva, o una empresa que se gestiona mal a la prensa económica, las decisiones artísticas y comerciales de los músicos es normal que se enfrenten al análisis de la prensa musical. Un interesante artículo hace unos años que muchos de nuestros comentaristas recordaréis (lo siento, no he sido capaz de localizarlo online) retrataba que prácticamente todos los discos de cierta publicación estaban puntuados entre 6 y 8 y acusaba a la prensa musical de ser demasiado servicial con los artistas, insinuando relaciones de colegueo o una dependencia publicitaria desorbitada. Yo no creo que haga falta irse tan lejos: no he conocido otra cosa que la decadencia de la industria musical, y por tanto percibo las presiones hacia la prensa musical bastante idealizadas. En realidad lo más preocupante me parece la constante autocensura. A diferencia de lo que sucede en otras áreas, parece existir un acuerdo tácito en favor del «si no te gusta algo, no hables de ello» que es obviamente dañino para la profesión periodística («¿si no te gusta Rajoy, no hables de él?» o, yéndonos a territorios más superfluos «¿si el Real Madrid empieza mal la temporada, no hables de ese equipo?») y tampoco termino de comprender en qué beneficia al artista ese silencio, que implica, por ejemplo, que en este país a duras penas existan críticas de discos de la mayoría de los álbumes españoles más vendidos de este año o de casi cualquiera de los más vendidos de este siglo. Sí, es posible que Pablo Alborán saque disco y en su semana de salida encontremos en la red 1 reseña, 2… o ninguna de su largo, el más esperado de la industria española.

Podemos cuestionar la importancia de la crítica musical en la era de las redes sociales o la pertinencia de artículos que se ceban con fracasos de algunos artistas como el de BuzzFeed, pero tengo la certeza de que de críticas constructivas y análisis del porqué de un fracaso, muchos artistas han tomado alguna que otra idea para mejorar y corregir tics, o, por el contrario, para reafirmarse más en su camino. Lo seguro es que no podemos tomarnos más en serio la música pop que la política o la economía, y en ese sentido hay que elogiar el sentido del humor con el que gente como James Blunt afrontan las reseñas de sus discos o mismamente la sonrisa con que Jessie Ware hizo esta declaración. Su cara en el fondo parecía estar diciendo: «Bueno, esto es solo música pop, ¿recuerdas?».

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Publicado por
Sebas E. Alonso