Hay que destacar la ausencia de Bob Stanley, también conocido por su labor como periodista musical y escritor de libros sobre música pop, verdadero gurú al respecto, pero no siempre ya involucrado en los directos, en este caso atendiendo un asunto personal. La presencia de tantos músicos sobre el escenario en su lugar sirvió para dar una pincelada más orgánica a canciones como ‘Lose that Girl’, para resaltar el bajo de ‘Hug My Soul’, en la que hasta se oyó su mítica flauta en vivo, y hasta vimos un violín en la nueva versión -también discotequera- de ‘He’s On the Phone’, que ejerció de segundo bis y despedida definitiva.
La suma de instrumentos dejó no obstante algún momento caótico, perjudicando especialmente la voz de Sarah Cracknell. Siempre hemos sabido que no era Björk ni Beyoncé en cuanto a capacidades vocales, pero su dulce timbre, y ese marcar de sílabas y palabras con carácter pero sin esfuerzo, la ha situado como una de las intérpretes más queridas del público especializado durante las últimas décadas. Y anoche oímos poco las voces, pese al acertado juego con la vocalista de apoyo Debsey de Dolly Mixture y Birdie, especialmente audible en ‘Who Do You Think You Are’ o ‘Stop and Think It Over’. Pero a Sarah en sí la escuchamos tan poco que el público reconocía y celebraba las canciones más cuando empezaban a sonar que cuando ella las presentaba. Parece que el enorme retraso del show (concierto anunciado en Ticketea a las 20.00, apertura de puertas anunciada en redes a las 20.30, inicio de concierto real a las 21.45) no tuvo nada que ver con un ajuste de sonido.
Lo mejor de todo fue el repertorio. Un alucinante recorrido por grandes éxitos en el que temas nuevos como ‘Out of My Mind’, ‘Magpie Eyes’ y sobre todo el brasileño ‘Dive’ -presentado como un número 1 en las listas de singles en vinilo en Reino Unido- encajaron especialmente bien. Faltaron ‘A Good Thing’, «Heart Failed», ‘Action’ o la preciosa ‘Side Streets’, pero arrasaron ‘Like a Motorway’, ‘Only Love Can Break Your Heart’, ‘You’re In a Bad Way’ y, demostrando que no se nos ha ido tanto la cabeza reivindicando ‘Words and Music’, ‘I’ve Got Your Music’ y ‘Tonight’ fueron aclamadas como lo que debieron ser, dos hitazos. Tan buena fue la conexión con el público en esos momentos que, cuando el concierto se dio por acabado antes de los bises con ‘Sylvie’, la manera de pedir otra fue continuar coreando «over and over and over again», el final de su estribillo.
A lo largo de los años nos hemos enfrentado a mejores y peores conciertos de Saint Etienne, un grupo que no ha sabido mimar sus directos tanto como su discoteca privada y la exquisitez de su sonido de estudio, pero que en cuanto a hits, cuenta con suficientes como para llenar dos repertorios. Especialmente acertada, entre muchas, sonó anoche ‘Nothing Can Stop Us’. ¿Acaso no se adelantó a la moda de los estribillos instrumentales? 7.