Cuando el periodista Chris Heath le pregunta a Jones sobre qué artistas actuales le gustan, el veterano músico y productor declara su amor por Kendrick Lamar, Bruno Mars, Drake, Ludacris, Common, Mary J. Blige o Jennifer Hudson. Pero Heath le pregunta de manera precisa por Taylor Swift, la “mayor estrella del planeta en términos de ventas en estos momentos ” –con «planeta» el periodista debe referirse a Estados Unidos, ¿verdad, Ed Sheeran?–, y Jones tuerce el gesto “entre la desaprobación y el desprecio”. “¿Qué hay de malo en ella?”, pregunta Heath. “Necesitamos más canciones, tío. Putas canciones, no ganchos”.
Heath insiste en el tema, diciendo que mucha gente la considera la gran compositora de nuestra era, pero él se ríe y espeta algo así como “hay gente para todo” (“Whatever crumbles your cookie”, en el original). “¿Qué le falta?”, insiste el periodista. “Saber lo que hace, ¿me entiendes? Desde que era un chaval he percibido a la gente que no hace su trabajo. Requiere trabajo, tío”. Así que, ¿qué haría Quincy, si tuviera que producir un disco de Taylor? “Algo se me ocurriría. [Pero] la canción es la mandanga, eso es lo que se le escapa a la gente. Una gran canción puede hacer a un mal cantante una estrella mundial. Una mala canción no la salvan ni los tres mejores cantantes del mundo. Eso lo aprendí hace 50 años”. Desde luego, no se puede decir que no sepa de qué está hablando.